Hola a todos, no, no os voy hablar de una novela ni de un ensayo sobre la última guerra civil española. Es un tema que generalmente no me interesa, no suelo leer ni ficción ni no ficción sobre ella. Además vista la cantidad de personajes que viven de ella y que de un tiempo a esta parte brotan como las setas, para vivir de esa tragedia, no quiero exponerme a una demanda por intrusismo profesional. Por eso os traigo un libro de un autor del que ya comentamos en el blog: el estadounidense Amor Towles, concretamente hablamos de su maravilloso: Un caballero en Moscú;.. Así que vayamos con su opera prima: Normas de cortesía.
Este libro es la historia de Katey o Kate o Katya Kontent, pero jamás Kathey, es una de las miles de secretarias que viven en el Nueva York que comienza a olvidarse de la gran depresión. En la última noche de 1937, junto a su compañera de piso, Eve, saldrá a exprimir las últimas horas del año y beberse en un club de Jazz sus tres dólares disponibles. En ese garito en el que se va más a escuchar música que a mirar a chicas guapas las dos amigas se cruzaran con Tinker Grey, un tipo tan atractivo como ellas pero que parece jugar en una división distinta a las dos amigas. Esa noche marcará la vidas de los tres.
Dicen que después de tener un accidente de tráfico es muy recomendable volver a conducir lo antes posible, yo no conduzco, pero la semana pasada sufrí un accidente como lector. Así que era necesario volver a esa vieja costumbre de la lectura. Supongo que el que haya tenido un percance con el coche, en la medida de lo posible, se pondrá al volante de un modelo más seguro. Yo he elegido uno de gama alta, casi Premium que se dice ahora: Amor Towles. Por qué este caballero de Boston, que no de Moscú, me parece que es de lo mejor que se puede leer hoy y que está llamado a alternar con las grandes figuras literarias de nuestra época.
Esta es una novela que pasa “poco” pero en la que se cuenta mucho. Por cierto no veo el “ritmo trepidante” que pregona la nota de contraportada, ya sabemos que hay que vender libros, pero esa muletilla además de estar muy usada no siempre se puede poner por defecto; si los autores trabajan, las editoriales deberían hacer lo mismo ¿no, creéis? En mi humilde opinión, Normas de cortesía es una joya en la que es más importante como se cuenta la historia que esta misma. Pero que el autor no cae en el error de pensar que su técnica está por encima de los personajes, la trama o la ambientación. Towles ha conseguido que su brillante estilo realce cada una de las páginas de la novela, el escritor pone su talento al servicio de la obra y no al contrario como suele ocurrir con frecuencia.
Normas de cortesía es un libro extremadamente elegante, como la moda de los 30. Brillante como ese Nueva York que supera el hambre de la Crisis del 29 para erigirse en capital del mundo en las próximas siete décadas. Una novela en la que aparece el Uper East Side, pero también el Village, los muelle del Hudson o Brooklyn. El autor no solo se limita a describir esas zona de “la ciudad que nunca duerme” si no que retrata a sus habitantes como las fotografías que motivan a Katey a contarnos como vivió aquel 1938 y a Amor Towles a rendir un homenaje a La Gran Manzana que consigue que mientras leemos veamos cuadros de Edward Hopper, escuchemos a la gran Billie Holiday o cojamos uno de esos desvencijados metros que pasan por Canal St.
Si la descripción de ambientes es buenísima, en la creación de personajes y de diálogos es excepcional. Conversaciones inteligentes, rápidas y agiles. Ya sea el comentario “casual” de un ascensorista del Hotel Plaza: “ni están recién casado, ni son matrimonio” o la sublime manera en que se retrata a Anne Grandyn, uno de los personajes más atractivos de la novela: “La mayoría de la gente tiene más necesidades que deseos. Por eso lleva la vida que lleva. Pero el mundo lo dirigen aquellos cuyos deseos aventajan a sus necesidades.” ¿Se puede definir a un personaje con menos palabras? Pues como estos dos ejemplos los que queráis; desde chicos de familia rica formados en las Universidades de la Ivy League, a músicos de Jazz, ejecutivos o chicas que cruzan el rio para disfrutar de Coney Island. ¿Hay necesidad de que el autor nos diga cómo son sus personajes si en un puñado de palabras nos dicen quién es?
La novela me ha parecido excepcional y el autor un valor seguro para ganador o colocado –también sale el mundillo del hipódromo en ella-. Pero alguna pega habrá que poner, después de darle muchas vueltas me parece un poco, por no decir absolutamente irreverente, que un millonario católico deje todo para venir a luchar a la “guerra de España”, creo que a André Marty en Albacete le habría durado un suspiro. Pero es que farsantes con más o menos talento como Martha Gellhorno Ernest Hemingway sigan instalados en el subconsciente de los bien pensantes estadounidenses. Pero eso es para leerlo en otros lugares.
Resumiendo: Normas de cortesía es una novela exquisita y Amor Towles un escritor al que hay que tener muy en cuenta.
La canción a pesar de las muchas y buenas que se mencionan en el libro, solo puede ser una y cantada por uno: New York, New York interpretada por Frank.
SEÑOR PUTIN, DESESNGAÑESE. NO SE ALCANZA LA GLORIA CON LA SANGRE DE LOS INOCENTES.
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