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¿A setas o a Rolex?

Bueno, pues ya nos falta menos para el puente de mayo. Esto es lo que se dice ver el vaso medio lleno, lo demás es tontería. Esta Semana Santa entre aperitivos, pasitos, procesiones y, para ser sinceros, alguna que otra comilona, he sacado tiempo para leer. Así que voy a hablaros de la novela que ha conseguido que no estuviera todos los, santos días y los otros también en la calle, ha sido: El mercader de libros de Luis Zueco.

Thomas Babel es un adolescente que a principios del S.XVI, vive cómodamente con una de las familias más poderosas de Augsburgo: los Fugger a los que su padre sirve como cocinero. A causa de un terrible acontecimiento se verá obligado a huir precipitadamente de su ciudad natal y emprender un viaje por media Europa e incluso las Indias.

En principio no cabía duda que estaba ante una novela histórica ambientada en una época fascinante, la transición entre la Edad Media y la Moderna. Además se iba a centrar en el mundo, casi mágico y más aún en esos años, de los libros. Así que con algún que otro personaje histórico atractivo y un par de tramas secundarias interesantes, El mercader de libros iba a ser una lectura más que entretenida. Pero con los libros ocurre lo mismo que con las personas: no siempre son lo que parece.
Os cuento cual ha sido el obstáculo con el que me he encontrado al leer esta obra. La novela empieza bien, quizá resulte algo exagerado que el hijo de un sirviente comparta juegos y formación con los hijos de una de las familias de banqueros más ricas y poderosas de Europa, aunque tampoco es una gran pega. Por tanto continué leyendo sin mayores problemas lo que parecía una novela romántica que transcurre en el S.XVI. El bueno de Thomas en su precipitada huida debe abandonar a su joven amada, —página 35- y emprende un viaje, que supongo acabará en reencuentro, no hay que ser el lector más atento para imaginarlo. Pero quedando quinientas y pico páginas por delante –en la edición de bolsillo.… No suelo ser un lector que se asuste con los libros “gordos”, siempre he pensado que el problema puede ser para quien los escribe.

Continué leyendo y mi “historia” con el libro se me hacía cada vez más complicada. Me parecía que el autor iba añadiendo personajes y situaciones para incorporar su trabajo de documentación y no al revés, que es lo que a mí personalmente me atrae de la novela histórica. Me ha dado la impresión de que Luis Zueco tenía una novela que ha ido encajando en una época histórica, que podía ser el Siglo XVI o cualquier otro. El libro va convirtiéndose en una sucesión de hitos históricos: la importancia del invento de la imprenta, la facilidad para accede a los libros, la creación de la biblioteca de Hernando Colón, el funcionamiento de la Casa de contratación de Sevilla, la organización del hampa sevillana, las guerras en Italia, el comercio de la lana con Flandes… Tanta información, la mayoría de ella conocida por el lector medio, consiguió que la aventura vital de Thomas pasara a un segundo plano y fuese perdiendo interés en ella.

Este aluvión de temas requiere de infinidad de personajes que salvo el protagonista, quedan o bien simplemente esbozados o bien son instrumentales para que el autor nos hable sobre lo que ha investigado. Realmente hay algunos que me han parecido que podían interesarme y que se les podría haber sacado mas partido: Santiago, Julia Eneriz, alguno de los marinos, Rosalía…. Lamentablemente todos quedan es suspenso por el aluvión de acontecimientos históricos y la reiterada capacidad del joven Babel para huir con su amada.

Cono no todo va ha ser sacar defectos al libro hay que reconocer que está escrito con cierto gusto. Es muy emocionante ver el amor que el autor tiene a los libros y la emoción que algunas páginas consiguen transmitir al lector, nos enseñan a un escritor capaz de alcanzar un gran nivel. También ha conseguido, no creo equivocarme,  que a algunos lectores nos despierte interés por alguno de los temas que trata; yo ya he echado el ojo a un libro que si no hubiese leído El mercader de libros, seguramente no habría llamado mi atención.

Me parece que Luis Zueco ha perdido una oportunidad de hacer una serie protagonizada por Thomas Babel acompañado por alaguno de los secundarios que aparecen en esta obra y me sorprende porque no sería su primera incursión en ese formato.

Lo dicho: a libro o a amores, a crímenes o a imprenta y a setas o a Rolex. De lo que no tengo duda es que hay escritor, su obra previa así lo dice y seguro que la venidera lo confirmará.

La canción para este libro con tantos ingredientes, es un clásico: Tutti Frutti de Little Richard.

¡¡¡ SEÑOR PUTIN: DESISTA DE SU INDIGNIDAD. MEDIOS DE COMUNICACIÓN: INSISTAN Y NO CAIGAN EN LA INDECENCIA!!!.

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