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Algo huele a podrido en… Gran Bretaña.

Aquí estamos de nuevo para “echar un rato entre libros”. Esta semana en concreto lo vamos a hacer con una pequeña novela de uno de los más grandes escritores ingleses de los últimos cincuenta años: Ian McEwan. Se trata de una obra corta, de esas que se leen en una tarde. Solo tiene ciento veinte páginas y se publicó este mismo año.Hoy compartiremos: La cucaracha.

Una mañana una cucaracha se despierte en una cama y encerrada en el cuerpo de un hombre, concretamente en el de Jim Sams. Esta situación, nunca mejor empleado el término kafkiana. Pero si resulta que  Sams es el Primer Ministro Británico, la cosa se pone mucho más interesante. Este es el punto de partida de La cucaracha. Si queréis conocer como acaba la historia, ya sabéis lo que tenéis que  hacer: leerlo.

Por como comienza la narración, podríamos inaginar que nos vamos a encontrar con una suerte de reversión de lo que le ocurrió a Gregor Samsa, pero no, esa es la única semejanza con La metamorfosis. Esta es una novela política en la que no nos costará mucho identificar a que situación y a que personas se refiere McEwan. No os desaniméis porque la novela trate de política y sobre los políticos. El autor la ha escrito en clave de sátira, desplegando toda clase de puyas y crueldades hacia ellos y sus desempeños. Aunque creo que esas  críticas son muy desiguales. A veces brillantes e hilarantes, como cuando expone la delirante teoría del reversionismo .Según lo cual, los trabajadores en lugar de percibir un salario de su empresa lo tienen que abonar, de igual manera los comerciantes pagan a sus clientes por el género que les compran. Sencillamente demencial. En otras ocasiones, McEwan no está tan lúcido; por ejemplo en la reflexión con la que se cierra el libro. En la que emplea unos argumentos muy manidos, demasiado para una persona tan brillante como es el escritor británico.

Como no podría ser de otro modo, la novela esta magníficamente escrita. Si bien se nota lo que el propio autor ha confesado sobre ella: “está escrita con urgencia”. Seguramente porque el tema central de la obra: el Brexit, lo requería. Creo que esa necesidad de dar su opinión se nota. Principalmente en los argumentos que el autor ha empleado a  la hora de defender su visión sobre un tema tan controvertido en el Reino Unido. Es una exposicion muy manoseada, plagada de tópicos, casi de parroquiano de un pub de Bristol más  que de una de las mejores cabezas de Inglaterra. Critica y satiriza al populismo, a las estructuras de poder, los trapos sucios de la política y como no, las dichosas fake news, la burocracia y las ambiciones. Todos ellos merecen ser puestos en solfa, pero, insisto, el autor lo ha hecho con desigual fortuna y no demasiada brillantez.

Permitidme un paréntesis ¿Por qué decimos fake news y no usamos bulo, que es igual si no más preciso? Según la RAE un bulo  es: “una noticia falsa propalada con algún fin”, vamos que clava el concepto y hay que teclear menos, pero es menos “modenno”.

Por ir terminando, esta es una novela ligera que se lee en una tarde y ahora con el cambio de hora, el mal tiempo, los toques de queda y demás alicientes para quedarnos en casa, puede ser una opción bastante entretenida. Si alguien busca pasar un buen rato y de vez en cuando esbozar una sonrisa puede ser vuestro libro. Si esperáis una obra sesuda con concienzudas reflexione sobre política, tendréis que buscar otra. En mi opinión La cucaracha es más un desahogo publico de Ian McEwan que otra cosa. No está mal pero creo que por debajo del elevadísimo nivel medio de su autor, que no me cansaré de decirlo es un súper clase.

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