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Bastante más que «una del Oeste».

Esta semana me gustaría compartir con vosotros un libro que por unas cosas u otras he ido posponiendo: La encrucijada del roble. Elizabeth Crook. Se trata de una novela del Oeste, de las de toda la vida, como las clásicas que se editan en la impagable Colección Frontera de la editorial Valdemar. La autora aunque sigue el patrón canónico del western aporta un toque de modernidad, una profundidad a los personajes y a sus motivaciones personales que añaden un plus a una narración maciza, realista y atractiva tanto para los lectores amantes del género, como para aquellos que no lo son. A éstos les digo que dejen un poco de lado sus prejuicios y a aquellos que amplíen un poco sus expectativas. Seguro que la obra de Elizabeth Crook no defraudará ni a unos ni a otros.

Los Shreve son una familia que trabaja duramente por sobrevivir en las montañas del Condado de Bandera, Texas, en los turbulentos tiempos de la Guerra de Secesión. Su existencia se tornará mucho más difícil cuando una pantera irrumpa en su modesta finca deformando horriblemente el rostro de la pequeña Samantha y matando a su madre: Juda. Esto marcará la vida de Sam y de su medio hermano Benjamin que cambiarán para siempre. Emprenderán un viaje con una única finalidad dar caza a esa alimaña. En este periplo les acompañan personajes muy peculiares, el reverendo Dob o Pacheco  y como no un malvado – Clarence Hanlin-, que les perseguirá con la misma saña que ellos lo hacen con la bestia asesina.

 Lo que más me ha gustado de este libro aunque pueda pareceros extraño es su dureza. Tanto la de la naturaleza como la de los personajes. Eso hace que el libro de Elizabeth Crook sea más fiel a la tradición escrita de las novelas del oeste que a los clásicos del cine. Crook bebe directamente de autores como Elmore Leonard, Dorothy M Johnson o Alan Le May con sus personajes que sobreviven a duras penas en un mundo hostil con depredadores que caminan sobre dos o cuatro patas. Y es que los viejos soldados cono Wayne en “La legión Invencible”, chicas de saloon como Angie Dickinson en “Rio Bravo”, honorables caballeros del sur como Richard Harris en “Mayor Dundee”, o mujeres indestructibles como Vera Miles en “Centauros del desierto” quedan para Hollywood. Por mucho que Hawks, Ford o Peckinpah adaptasen no pocas novelas de los autores mencionados y de otros.

Esta es la historia de dos cacerías, por un lado está la de la pantera por parte de Sam y Ben Shreve y sus acompañantes Pacheco Y Dob. Y por otro lado la del forajido Clarence Hanlin que pretende acabar con ellos. Ambas persecuciones necesariamente tienen que acabar bañadas en sangre, ya sea la de la bestia o la de sus cazadores. En el fondo todos los personajes en algún momento de la narración pasarán de perseguidores a perseguidos o a la inversa. La autora nos pondrá en ambas situaciones y el lector se identificará con alguno de ellos.

Elizabeth Crook nos presenta seis personajes que tienen mucho en común, pero que a su vez, su manera de afrontar la vida y sus avatares son diametralmente opuestos. Todos son gente árida como el terreno en el que viven,  ya sean jóvenes o mayores, hayan nacido a un lado o al otro del rio Grande, tendrán Fe o no incluso si son personas o animales. Benjamin es una persona responsable, con gran capacidad de adaptarse a situaciones casi siempre adversas y con una madurez hoy inconcebible para un chico de trece o catorce años. Samanta es una mujer, aunque apenas cumpla diez años que tiene muy clara su mete en la vida: la venganza y el reconocimiento. Ambas ambiciones son licitas, puesto que la pantera nos solo mató a su madre, si no que también la desfiguró de un modo horrible la cara y si a esto añadimos que es una mestiza de padre blanco y madre negra,  eso en un estado del sur no debía de ser nada cómodo. Pacheco y el reverendo Dob son dos clásicos personajes de la frontera, literalmente con muchos tiros pegados, pero también recibidos. Cada uno a su manera ha sido capaz de rehacer su azarosa vida. Dob refugiándose en su fe pero teniendo tan a mano la Biblia como el revólver –me recuerda al papel de Ward Bond en “Centauros del desierto” a ratos predicador, a ratos Capitán de los Rangers de Texas-. Pacheco sin llevar a cabo un cambio tan drástico como el reverendo nos muestra cómo un tipo duro se puede ir humanizando siempre y cuando esté dispuesto a eso: a ser una persona, Quizá sea el que mejor trate a Sam y el que primero la comprenda. Sin olvidar que cazar a la pantera le puede traer unos buenos dólares, Pacheco entiende que su época del todo vale ya pasó – me recuerda el papel de Pedro Armendáriz en “Los tres padrinos”. El mal está representado por Hamlin un ser despreciable sin ningún atisbo de decencia, un carroñero capaz de saquear cadáveres o de dejar un rastro de ellos a su paso. Por su incapacidad para el bienes un ser dominado por la más absoluta de las ruindades. El último personaje es la pantera, una especie de encarnación del mal, un depredador implacable que marcará el ritmo de la novela.

Así que, “La encrucijada del roble” me ha parecido una obra más que recomendable. Es áspera en el fondo, pero no en las formas. Los primeros párrafos en los que Benjamin dirige sus cartas al juez Carlton son deliciosos. Esta es una novela más o menos”epistolar”, con una ambientación maravillosa, unos personajes riquísimos en matices. Yo no dudaría en leerla.

Disculpad por la referencias a las “pelis” del oeste, pero es que la cabra tira al monte. Y si tenéis tiempo, perdón por el sarcasmo, podéis ver alguna de las que he mencionado o de otras. ¡Que no solo son de tiros!

P.S. Tendremos pelicula pronto. La peoductora del gran Robert Duvall ha comprado los derechos del libro. ¿Estará a la altura del texto?, espero y deseo que si.

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