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Bibliófilos bibliópatas o bibliófagos.

Hola a todos, antes de empezar os pido perdón por los dos palabros que hay en el título. Pero es que vienen al pelo para comentar el libro de esta semana:La librera y el ladrón de Oliver Espinosa. Una novela publicada, si no me equivoco, en 2020 por Booket –Planeta–con la que debuta en la ficción literaria este barcelonés nacido en 1985. Vamos a ello. Por cierto, que no cunda el pánico con el calor estamos en pleno San Isidro y aún no ha llegado la Feria del Libro de Madrid. Así que haced caso al refrán y veréis como no falla aquello de: del viejo, el consejo.

Laura es una atractiva joven que regenta en Madrid la tienda que heredó de su padre. Pero Loire, no es un negocio cualquiera, se trata de una librería especializada en libros antiguos, que no viejos. La marcha de la librería no es la mejor y Laura se plantea vender una joya; se trata de un manuscrito muy, muy antiguo del Infierno, una de las partes de la Divina Comedia de Dante. Cuando la venta está a punto de cerrarse, Laura descubre que la obra que está en su librería no es la original. ¿Quién la habrá robado? ¿Marcos, el anciano amigo de su padre obsesionado por los libros? ¿Pol, un adorable canalla que se dedica a robar libros y del que no sabe si está enamorada? ¿Acaso hay una oscura conspiración de bibliófilos desaprensivos, de ladrones internacionales,  de algún Servicio de inteligencia?

No sé como elegís  vosotros los libros que vais a leer, yo salvo algunos autores que suelo leer «por defecto», suelo fiarme de las recomendaciones de algunas personas cercanas o de las recomendaciones de algunos medios de comunicación, casi siempre periódicos o programas de radio. Pero de lo que más me fio es de lo que me dice un libro cuando lo tengo en las manos. Normalmente valoro el tipo de letra, el peso, la portada, las guardas. Pero lo qué realmente me gusta es abrirlo por cualquier página y leer un párrafo al azar. Ese fue el «científico” sistema que me llevó a La librera y el ladrón.

La acción se desarrolla en dos etapas: 2000 y 2009, esta última es el presente para los personajes, en la que se resuelven los misterios que rodean a Laura, Pol, Marcos y Carla. La obra está estructurada en capítulos que no mezclan los hechos de una y otra, con lo cual es fácil de leer sin complicaciones y sin miedo a perderse.

Si las líneas temporales están muy claras, no creo que ocurra lo mismo con las argumentales. Por un lado tenemos todo lo que se refiere a El Infierno de Dante y por otro la de la Moleskine de Einstein. ¿La Moleskine de Albert Einstein, en serio?, no daba crédito a lo qué estaba leyendo. ¿Es posible que el mismo autor que nos habla de la mala letra de Dante, de incunables, de palimpsestos o de códices, con esa erudición, ese amor y esa capacidad de enseñar a quienes ignoramos todo sobre libros antiguos y el coleccionismo de arte, de un modo lícito o no, caiga en semejante mendacidad? No me lo explico sobre todo porque no aporta nada a la historia de Laura Loire. La novela es lo suficientemente interesante sin necesidad de esa trama, salvo un “malo de opereta” y desconcierto al lector. Todos sabemos que un agente del Mossad vende mucho en una novela de intriga, pero…. ¿aquí pinta lago? Sinceramente NO.

En mi opinión  La librera y el ladrón es un libro entretenido, que podría haber sido un buen libro. No sé si por que el autor ha querido incluir temas sobre los que ha trabajado o por indicación de los editores para que resultase más comercial, pero con Laura sus problemas personales, la comunidad de su negocio y sus amigos, yo habría disfrutado más que con tanto artificio. Una novela con varios pasajes para curiosos, yo apunto a Oliver Espinosa en la lista de “atentos a la próxima”. Un oncejo: el limón para las gambas “guapeadas”, las frescas mejor al natural.

Los personajes en general me han parecido interesantes, por motivos muy personales me identifico con el viejo Marcos. Esa especie de familia disfuncional que forman Laura, Pol y Marcos me aparecido una gran creación de Oliver Espinosa todos diferentes pero todos unidos por su interés en los libros que conseguirá unirles. Laura es una bibliófila que sobre todo aprecia la belleza, Pol es un bibliófago, que hace de su expoliación un modo de cambiar su vida y Marcos es un biblópata: alguien que quiere disfrutar en exclusiva de las obras maestras. Así qué están condenados a entenderse e incluso a quererse. Un magnífico trabajo del autor al conseguir la unión entre el sabio mentor y sus dos jóvenes discípulos. El personaje de Carla, la mala, malísima, también está perfilado de un modo solvente, hasta que en un final con más trompetería que eficacia, se desploma, como está a punto de ocurrir con la novela.

¡¡¡SEÑOR PUTIN, RETIRE LAS TROPAS YA, DETENGA LA ATROCIDAD QUE HA DESATADO!!!

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