El libro de esta semana no es otro que: Sidi. L a última novela de Arturo Pérez Reverte, después de la serie de Falcó, que dicho sea de paso a mí no me pareció de lo mejor que ha publicado. Mis favoritas son, “El puente los asesinos” que es la última de la serie del Capitán Alatriste -2011- y “Cabo Trafalgar” -2004-.In that order, que diría un “enterao”, pero como en todo, cada uno tiene sus preferencias. El cartagenero vuelve al género que más fama le ha dado y que en mi opinión mejor domina: la novela histórica.
Reverte nos narra algunos episodios de una figura que está a caballo, nunca mejor dicho, entre la historia y la leyenda: Rodrigo Díaz de Vivar el Cid o Sidi como le llaman en la novela, tanto cristianos como agarenos. No creo que deba hacer una sinopsis ya que quien más y quien menos está al tanto de la historia. Unos por que vieron la película de Anthony Mann protagonizada por Sofía Loren y Charlton Heston, otros por que a principios de los ochenta vieron la serie de dibujos animados “Ruy el pequeño Cid” y los más por que en nuestra época de colegiales leímos el “Cantar del mío Cid”, que para mi sorpresa siguen leyendo los actuales escolares, creo que en 3º de ESO.
A mí la novela me ha recordado a los westerns de Ford, de Hawks o de Peckinpah. Hombres, caballos combates… el Cid cabalga. Pérez Reverte recrea magníficamente el ambiente, de un modo magistral. Quizá por eso me ha recordado tanto a las películas. Por momentos me han venido a la cabeza la imagen de Ethan Edwards, siguiendo de un modo obsesivo el rastro de su sobrina Debbie en Centauros del desierto, o del gran William Holden en Grupo Salvaje dispuesto a morir, y sobre todo a matar, con la misma naturalidad con que respira. Esa misma sensación tenemos cuando leemos el libro, la dureza del que va a la batalla, del que asume que ya está muerto antes de cruzar sus armas y que celebra volver con vida o rezarle al amigo caído en el combate, con la entereza y el fatalismo del guerrero, del superviviente que sabe que cada minuto puede ser el último.
El personaje de Rodrigo, como no podía ser de otro modo, se “come” la novela. Todos los secundarios como el rey de la Taifa de Zaragoza, los hombres que combaten junto a él o sus enemigos quedan muy desdibujados. Son demasiado obvios. Unos por leales, otros taimados, algunos orgullosos, los más brutales, pero todos con pocos matices con pocas dobleces. Por encima de todos él: Sidi, el campeador. El autor hace de él un paradigma de líder. Uno de esos que luchan, comen, duerme y si es necesario mueren junto a los suyos. Una especie de primus inter pares, al que se sigue por una especie de magnetismo personal y la convicción de que nunca exigirá a nadie que esté bajo sus mismas banderas, ya sea cristiano o musulmán, algo que él no haya hecho o esté dispuesto a hacer.
Como en la mayoría de sus novelas, Arturo bucea en el lenguaje de la época en que está ambientada. En esta son innumerables los términos referidos al equipo militar utilizado por aquellos guerreros o a las monturas sobre las que cabalgan. Se recrea en describirnos las partes de las armaduras, las armas o las batallas. Leemos términos muy especificoS, casi todos desconocidos para el lector poco familiarizado con el tema. Un léxico brillante y preciso, en el que cada termino tiene un único objeto al que designar, un poco como las novelas navales, que a mí me encantan y creo que al autor también le atraen.
Definitivamente Sidi, es una novela entretenida, fácil de seguir y pese a que se emplean muchos términos que no usamos en nuestro día a día o que directamente desconocemos, no requiere de un especial esfuerzo de deducción por parte del lector. El autor nos facilita esa tarea de un modo muy didáctico y nada pedante. No es una obra maestra, de esas hay pocas, pero es una lectura muy agradable, que nos evoca aquellos libros de aventuras que leímos de chicos. Como Ivanhoe o los relatos del Oeste escritos por Zane Grey o Alan Le May.
P.S. Para aquellos que les interesen los libros sobre el Oeste, aquí os dejo el link de la colección Frontera de Editorial Valdemar que tiene publicados algunos de los más grandes clásicos del género.
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