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“Con la grande polvareda perdimos a Don Beltrán”.

 

El asedio de Arturo Pérez Reverte. En la Cádiz de 1811 y 12 entre las sesiones constitucionales  y cañonazos de la artillería de sitio napoleónica aparecen los cadáveres desollados a latigazos de mujeres jóvenes. Con este fondo Arturo Pérez Reverte desarrolla varias tramas paralelas una de intriga, otra de espionaje, otra de aventuras, otra mas romántica, otra…

 

La primera mitad del siglo XIX es uno de las etapas más convulsas de la historia de España: la guerra de independencia, la constitución de Cádiz, la emancipación de las primeras provincias americanas, las veleidades del reinado de Fernando VII, la revolución de Riego, la primera guerra carlista.

 

Pues el libro es tan convulso como la época en que se ambienta. Como en la mayoría de sus novelas el autor recrea perfectamente la época histórica apoyándose en una descripción muy metódica de los personajes y de la vida cotidiana. Describe a la perfección las costumbres de las clases altas, de los burgueses, de los milicianos, de los sirvientes o de los marinos.

 

En mi opinión este magnífico estudio de personajes hace que la, o mejor dicho las historiasvayan siendo devoradas por los personajes que las protagonizan. La investigación de los asesinatos por policía Rogelio Tizón nos lleva a Hipólito Barrull y sus disquisiciones sobre ajedrez y los clásicos greco latinos. Al estudio de matemáticas, física y de la artillería del capitán Desfosseux, a su ayudante el italiano Bertoldi, al generalato del ejército imperial, al espía afrancesado. Pero despacha la resolución de los asesinatos en pocas páginas con una explicación filosófico-esotérica y la aparición de una especie de secta y un asesino que se saca de la manga en cuatro párrafos y del que solo conocemos su profesión.

 

La historia romántica entre Pepe Lobo y Lolita sufre la misma dispersión. El capitán Lobo nos lleva a Ricardo Maraña y a una mini novela de ambiente naval y aventuras. De ahí a personajes históricos reales, a escarceos amorosos de Lolita con el artillero español Virulés  al que se quita de en medio con un absurdo duelo. Para finiquitar la historia de amor con cuatro andanadas artilleras, una amputación y una visita a un hospital que no aclara nada.

 

Así podríamos seguir con el salinero Mojarra, ¿qué pasa con el dinero de la cañonera?, Mari Paz, Maraña, los Sánchez Guinea, Fumagal, Lorenzo Virulés…. Son personajes que apenas aportan a la historia, sirven en algunos casos para enmarcar la acción y en otro para aportar datos sobre materias tan “apasionantes” como la taxidermia.

 

Creo que es libro que intenta ser tantos libros que realmente el autor se pierde en la inmensidad de más de setecientas páginas y no consigue rematar ninguno de ellos. Si quería contarnos como es la vida de los españoles ya había escrito Un día de cólera, si lo que quería era escribir una novela de tema naval ya tiene publicado Cabo Trafalgar, si quería escribir una novela policiaca ya escribió El maestro de esgrima y si quería contarnos un romance ya lo hizo con Diego Alatriste y María de Castro. Todas esas obras son más interesantes en mi modesta opinión.

 

Como he titulado el post con un verso de un viejo romance castellano y para acabar citaré a un cómico moderno y diré que en mi opinión que a Pérez Reverte en El asedio “se le va el vino en catas”.

 

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