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Cuando es mejor un muto que una guerra nuclear.

Hola hoy os voy a comentar un libreo que nos es ficción: Los túneles de Greg Mitchell. Es un libo de historia que se lee como cualquier novela de John Le Carré o Graham Greene, con la ventaja de que no hay trucos en la trama porque todo lo le nos cuenta es real. En la obra aparecen personajes anónimos y otros que han pasado a los libros de historia –con peor o mejor concepto-. Ambientada en el Berlín administrado por las cuatro potencias vencedoras de la segundo guerra mundial y en plena guerra fría.

 

Ante todo me gustaría decir que no todos los libros de historia son infumables sucesiones de nombres, por lo general impronunciables, cronologías eternas y una infumable cantidad de notas a pié de página. “Los túneles” tiene las tres cosas en su justa medida, pero nos cuenta hechos históricos que casi hemos vivido en directo. Yo sin ir más lejos tengo varios amigos a los que en una tarde turismo por Berlín casi se les cae el Muro de Berlín en la cabeza y de guiris pasaron a ser testigos de un momento cruciales en la historia de último cuarto del S.XX, o mi cuñado que de chaval pasaba en coche por el famoso “Checkpoint Charlie” para ir a visitar a su familia materna.

 

“Los túneles” nos cuenta la historia de cómo al poco de que la RDA decidiera el 13 de agosto del 61 levantar un barrera que añadiese la separación física de los berlineses de a la ya existente en los económico o lo político. Esta medida separará durante casi treinta anos a familias, amantes, amigos que no podrán hacer nada por reunirse ante el férreo control del sistema represivo de la irónicamente autodenominada República Democrática Alemana. ¿O sí? Mitchell narra las primeras fugas de la zona oriental. Algunas con final feliz otras con los fugitivos abatidos a tiros, unas planificadas otras impulsivas.

 

Tras un etapa de desconcierto hombres y mujeres de la zona occidental deciden organizarse para ayudar a escapar a familiares, amigos o desconocidos en algunos caso de modo altruista en otro cobrando dinero a veces de un modo artesanal y otras de un modo más profesional. En todos los casos arriesgando sus vidas y con la connivencia de las autoridades de Berlín Oeste. El libro nos cuenta carias de estas historias como la del primer asesinado por la policía fronteriza Peter Fechter y otras muchas más de alemanas y no alemanas que se pusieron manos a la obra – nunca mejor dicho – para sacar de la RDA a cuantas personas les fuese posible.

 

El autor se centra en el llamado “Túnel de la NBC” en el que tras meses de trabajo, miles de complicaciones intentos de infiltración por agentes de la Stasi el día 14 de septiembre de 1962 consiguieron sacar a 29 berlineses de la zona soviética. El túnel se llamó de la NBC por el apoyo que esta televisión norteamericana “prestó” a los excavadores. Toda esta parte del libro se lee con el mismo interés que una novela de espías y ese es un mérito atribuible al autor y que en mi opinión no es menor. En esta época llegaron a excavarse 75 túnele y todos ellos con una peculiaridad iban desde la libertad hacia el cautiverio, curioso ¿verdad?

 

La otra historia es la de las televisiones y la administración Kennedy. Tanto la NBC como la CBS patrocinaban por así decirlo sus propios túneles. La Casa Blanca presiono de todas las maneras posibles y con todos los medios a su alcance, que no eran pocos a las dos cadenas para que abandonasen sus proyectos por motivos políticos y de seguridad nacional. Únicamente la NBC no se plegó a las priones de la Administración Kennedy y siguió ayudando a los excavadores berlineses. Como he comentado las televisiones patrocinaban el túnel y esto abrirá un debate entre aquellos que trabajaban en los túneles que pensaban que en dinero de las cadenas debía dedicarse exclusivamente a financiarlos mientras que los promotores se creían en el derecho de cobrar ellos su parte. Otro debate e que pasa por el libro de Greg Mitchell es la “moralidad” de dar dinero a una causa noble para luego hacer una explotación  mercantil de él a través de un documental. El autor critica de un modo abierto la política de la Casa Blanca frente a los medios de comunicación. La administración Kennedy no ejerció nunca una censura directa pero poco menos que exigió una autocensura a los medios en aquello que pudiesen afectar a la política exterior de los Estados Unidos. Supongo que este es un tema para expertos en comunicación y periodistas.

 

Por contextualizar un poco la época del libreo. Desde que sr levanta el Muro por la RDA de  Walter Ulbricht –agosto del 61- y el asesinato de JFK en Dallas –noviembre del 63. Este hombre, del que nos soy admirador, tuvo que afrontar, solo en política exterior: la crisis de los misiles en Cuba, la escalada militar en Vietnam, visito un Berlín en un estado de pre guerra nuclear donde dio el famoso discurso “Ich bin ein Berliner” – soy un berlinés -. Resumiendo que en esos dos años y medio Kennedy fue uno de los que decidió que la humanidad debía seguir existiendo. No está mal para un hombre de menos de cincuenta.

 

Como soy un poco peliculero, para despedirme os dejo algunas recomendaciones sobre la época. Hay miles, así que os doy tres:

Sobre el Berlín dividido: Uno, dos tres (1961)  de Billy Wilder con con James Cagney

Sobre la Crisis de los misiles. Trece días (2000)  de Roger Donaldson con Kevin Costner.

Sobre la RDA: La vida de los otros (2006) de Florian Henckel vo con Ulrich Tukur

 

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