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Cuando fueron los menores…

Como el blog nació con un marcado carácter generacional, hoy vamos a hablar de un tipo al que casi, todos por no decir todos hemos escuchado tocar la guitarrista y oído sus canciones: Sabino Méndez, para el que no caiga es el compositor de la mayoría de las canciones de “´Loquillo” desde el 83 al 89, más o menos. Todos hemos escuchado “Ritmo de garaje”, Ya  mataré “o “Cadillac solitario”.

 

Pero, vamos al tema –nunca mejor dicho-. El libro en cuestión es Corre, rocker: crónica personal de los ochenta de Sabino Méndez. Es una autobiografía de este barcelonés nacido en 1961. Como todas las autobiografías y esta no es una excepción es parcial, sesgada y como no también tiene su parte de ajuste de cuentas. Lo que nos es, y se agradece, es hagiográfica. Méndez nos da su visión de las cosas y nos retrata una época que todos conocimos y unos personajes que hemos oído mil veces y algo que creemos conocer al dedillo, ¡ja ¡.

 

Méndez narra cuenta las inquietudes, no solo musicales, de un chico de barcelonés desde los 16 o 17 años hasta la treintena. Desde la ociosa adolescencia a la edad adulta. De la Barcelona del diseño al Madrid del Rock-ola, del Hotel Velázquez en lamilla de oro madrileña al barrio chino de la ciudad condal, del anonimato a la fama, de la amistad sin fisuras a la absoluta indiferencia.

 

Una de las cosas que me ha llamado la atención del libro es que el autor, que estaba en medio del “cotarro” va desmontando un montón de clichés y de imágenes que yo daba por buenos. No en vano este tipo habla de algo que he vivido casi en directo, pero como mero espectador. Y creo que no he sido al único que le ha pasado algo similar al leer Corre rocker.

 

El libro pese a ser del guitarrista de una de las más famosas bandas de los 80 “Loquillo y los trogloditas” es una fotografía de una época. Por el desfila todo aquel que era alguien en el mundillo. Desde Alaska a Ulises Montero, de los Haro a los Urquijo, de Poch a Leopoldo María Panero, de Alberto García Alix a Jesús Ordovás. Músicos, cantantes, gente de la moda el cine…

 

El destino de una banda de Rock & Roll que se precie es se pararse y si es con grandes broncas mejor. El libro nos cuenta la ruptura de una amistad más que de una banda; la de Sabino y Loquillo, celos, reparto de ganancias, adicciones y por supuesto Yoko Ono. Aquí el papel de la autoproclamada artista conceptual japonesa lo interpreta la heroína. Esta droga tocó en muchas bandas y se llevó por delante a grande de la época como Antonio Vega o mi admiradísimo Enrique Urquijo, por citar dos de los  casos más emblemáticos, por así decirlo.

 

Para mí lo más impactante es la narración que hace Sabino de su adicción a la heroína. Totalmente descarnada lejos del malditismo que se nos ha querido y de hecho se nos ha vendido en adictos míticos que cayeron en el mismo abismo justificándolo de sensibilidad, incapacidad para asumir el dolor y demás milongas. Méndez no reniega de su adicción no le echar la culpa a nadie, como todos pensaba que estaba en el recreo que fue la transición y como tantos pesó que todo valía. Hay páginas de una dureza terrible que nada tienen que envidiar al “Yonqui” de William S. Burroughs en las que se nos describen las subidas, las bajadas y los “monos” de un modo espeluznante.

 

No todo es sordidez y yoncarrismo –como dice un amigo mío-. Como buen disco de un “músico popular” –como se define el propio autor- hay anécdotas de todos los colores destrucción de hoteles, fugas de vodevil, peleas masivas o anécdotas deliciosas como la del balneario- no os la cuento y así leéis el libro-

 

Corre rocker corre es un libro de sexo – poquito-, drogas –todas- y R&R –mucho-. Pero es un libro de un tipo de barrio que antes de los treinta a estado en el cielo y en el infierno, que después de un ”matrimonio” de 10 años y un “divorcio” de 18 ha sabido restañar heridas personales. Ha reconducido su vida hacia una faceta literaria ha terminado la carrera de Filología Hispánica y ha publicado libros y publica en prensa escrita habitualmente. Curiosamente en “La razón” y “El País”. Aunque p0ara mí su mayor mérito fue ser el yonqui más lúcido que publicaba en la prensa de los 80 y nada menos que en ABC.

 

Lo dicho, un libro duro, descarnado y que nos muestra la cara “C” de caballo que afortunadamente solo vivimos como figurantes. Definitivamente y pese a todo: “Hemos tenido suerte de llegaros a conocer”.

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