Hola, después de dos semanas de «silencio» retomo con los post. Supongo que más de uno ha respirado aliviado por estos quince días de tregua. También me gustaría creer que alguien los ha echado de menos y es que uno tiene su corazoncito… Recuperado de algún que otro achaque ya estoy aquí de nuevo. Parece que va a ser verdad eso de “si a partir de los cincuenta no te duele nada, es porque ya has muerto», por tanto, estoy la mar de vivo. Basta de divagaciones y vamos con El manuscrito de barro de Luis García Jambrina, que es el libro de esta semana.
Estamos a mediados de 1525. El ya de por sí peligroso Camino de Santiago se ha convertido en una ruta siniestra desde que al final de cada jornada alguien ha decidido asesinar a un peregrino en cada etapa. Ante esta alarmante situación Monseñor Pardo, Arzobispo de Santiago recurrirá a un antiguo compañero de estudios: Fernando de Rojas. Con la compañía de Elías un clérigo ya archivero, experto en el Camino, el pesquisidor, se verá obligado a peregrinar, no para obtener la indulgencia, si no para descubrir quién y por qué asesina a los romeros.
Si no me he dejado por leer alguna, no sería extraño, esta es la cuarta novela de García Jambrina protagonizada por el licenciado Fernando de Rojas. Un personaje con infinidad de facetas: erudito, heterodoxo, escritor y sobre todo pesquisidor, ¿no me diréis que no suena mucho mejor que investigador? Pero a pesar de que el personaje es muy atractivo porque combina la realidad y la ficción, el autor no consigue que «su» Fernando de Rojas resulte alguien cautivador. Me ha recordado a esos apuntes que realizan los grandes pintores y que jamás plasmaron en sus lienzos, Rojas es sin duda una buena creación, de la que a mí entender, García Jambrina no ha conseguido mostrar todo su potencial, no le muestra, simplemente sugiere. Los restantes personajes, incluido Elías, el otro protagonista, me han parecido más recursos para que el autor vaya incluyendo elementos narrativos en la trama de intriga, que figuras más o menos destacada de ella.
Mi impresión según he ido avanzando en la lectura de El manuscrito de barro ha sido que la pesquisa que debían realizar Rojas y su compañero, se va difuminando cada vez más. Hasta convertirse en algo secundario casi accesorio. A semejanza de lo que ocurre con los personajes, la trama se va poniendo al servicio de lo realmente importante, en este libro: el Camino de Santiago. Si no fuera por lo magníficamente documentada que está la obra, estaríamos ante una novela de intriga relativamente sencilla y algo repetitiva. En la que en cada etapa hay un asesinato y se busca alguna pista que ayude a esclarecer las muertes.
Ese sfumato que puede desconcertar a más de un lector, se atenúa con la calidad de la escritura y la erudición de Luis García Jambrina. Quien poco a poco y de un modo inteligente va consiguiendo que quien buscaba leer una novela de intriga (era mi caso) termine más interesado en la Historia, las leyendas y tradiciones del Camino de Santiago, que de los cadáveres de los pobres peregrinos que van alfombrándolo. Creo recordar que en alguna ocasión he comentado que no me suelen gustar los autores que a toda costa quieren dejar patente lo mucho que se han documentado y todo lo que saben de una época o un tema que aparezcan en el libro. Este podría ser el caso, pero lo que ocurre es que este caballero no es un repipi, que además sabe escribir muy bien.
Mi consejo para posibles lectores de El manuscrito de barro. Si buscáis una novela «policíaca» canónica, no es vuestro libro. Si queréis un «thriller» sin muchas complicaciones pero con algún extra, seguro que os gustará. ¿Y a mí?, como dice el tópico gallego: pues depende…
¡¡¡SEÑOR PUTIN, RETIRE LAS TROPAS YA!!!
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