Antes de hablar del libro de esta semana: Intemperie de Jesús Carrasco, me gustaría contaros el curioso camino que me llevó hasta el. El otro día viendo un programa sobre cine en RTVE, la presentadora, por no decir el ser parlante, anunciaba la última película de Benito Zambrano: Interperie (sic), os ahorro el link del video y con él el bochorno. Tras reflexionar sobre la utilidad del dinero que me retraen contra mi voluntad para financiar una televisión pública de tan escaso nivel. Ya medio recuperarme del susto, me hice con un ejemplar de esta novela publicada en 2013.
La novela nos narra la huida de casa de un chaval de unos 8 o 10 años. El niño se encontrará con un viejo cabrero, con quien compartirá desventuras, fatigas, penurias y vagabundeando por unos campos tan sedientos como esta pareja. Su vagar les llevará a un dramático e inevitable final.
El autor no sitúa la obra ni en un lugar ni en un tiempo concretos. No es fantasear demasiado creer que la historia transcurra en la Extremadura natal del escritor y que se desarrolle en los años previos a la guerra civil o en los primeros de la posguerra, aunque esto es de mi propia cosecha t absolutamente accesorio. Este no es el único enigma que nos plantea Carrasco. ¿Por qué escapa el chico de su casa? ¿Por qué es tan implacable la persecución del alguacil? Todas esas dudas se Irán desentrañando según avanzamos en la lectura.
Otras dos cosas me han llamado poderosamente la atención. Una es que los personajes carecen de nombre propio o para mejor decirlo, el autor no los menciona. Se refiere a ellos como el niño, el cabrero, el mutilado o el alguacil; esto los despersonaliza, por decirlo de algún modo, pero también refuerza el carácter de arquetipos que encarna cada uno de ellos. La otra es la escasez de diálogos entre los personajes, si no recuerdo mal, el primero propiamente dicho se produce sobre la página noventa. Los personajes apenas intercambian unas pocas palabras entre ellos, el peso de la historia lo llevan el narrador y lo hace de un modo excelente.
Jesús Carrasco en esta obra hace un auténtico alarde narrativo. Sus descripciones consiguen que los lectores no solo imaginemos las situaciones o los parajes, si no que prácticamente los veamos, los sintamos. El lector es un testigo mudo y omnisciente de este tremendo drama rural. Pero el pacense no se conforma con esto, consigue que experimentemos los mismos sentimientos que los personajes. Notaremos el calor y la sed que padecen el cabrero y el niño. La aridez del terreno nos llenará la garganta de polvo. Respiraremos el fétido hedor de los cadáveres descompuestos de los animales. Podríamos decir que es una obra que requiere de los cinco sentidos del lector y esto no es una frase hecha.
Esta es una novela protagonizada por gentes del campo, por no decir en la que el propio campo es el único protagonista. El autor en sus profusas y muy detalladas descripciones hace un auténtico alarde de conocimiento del léxico específico de ese mundillo, desde los útiles a las faenas de pastoreo. Emplea un lenguaje que a los de ciudad nos sorprende tanto por su riqueza como por el desconocimiento que de él tenemos. En más de una ocasión los lectores urbanitas tendremos que «tirar» de diccionario, nos maravillarán unas palabras tan hermosas como ya casi olvidadas en este mundo tan tecnológico.
Algunos han querido ver en Intemperie un subgénero al que han bautizado con el, a mi entender, horroroso término, neo ruralismo, casi ‘na. Sí que es cierto que describa algunas faenas que nos recuerden la minuciosidad con la que el gran José Luis Sampedro describe las labores de los gancheros en esa joya titulada: El río que nos lleva. También está presente la inmensidad y lo implacable de la naturaleza que narró de un modo insuperable Don Miguel Delibes, por ejemplo en Las ratas. Pero también está presente la brutal deshumanización que nos planteó Camilo José Cela en la desasosegante Familia de Pascual Duarte. Aunque la novela sea magnífica, que lo es, me parece un desatino lo del neo ruralismo, por qué cualquier lector medio, de un modo instintivo se irá a autores como los que he mencionado, para mi tres de los mejores escritores españoles de la segunda mitad del S.XX.
Así pues os recomiendo Intemperie, la narración de Jesús Carrasco, que la película, como dice mi madre: es otro cantar. Una novela dura, sobre la miseria material y moral del mundo y de quienes lo poblamos. Escrita a veces con gran lirismo y otras con una austeridad desgarradora. Gran descubrimiento para mí tanto en mi condición de lector como en la de tipo urbano.
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