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El que nos saca la basura.

Vuelvo al noir, pero esta vez a un noir cañí, si es que esto existe, que lo dudo. La suerte de los irlandeses de J.L. Rod – José Luis Rodríguez, si esto no es cañí que venga Dios y lo diga-. Un tipo que va a “La ardosa” a tomar pinchos de tortilla o cocidos en “La gran tasca”, que bebe Guinness  y Glenfiddich que fuma Montecristos – del dos por supuesto-, amante de los Beatles, madridista de lo resignados y enamorado del “Hombre tranquilo”.¿ Es de fiar o no…,?, vosotros diréis.

 

Patrick MacMillan es un agente del CNI con ancestros irlandeses, trabaja en un departamento dedicado a lo más mugriento dentro del mundo mugriento de los servicios secretos. Uno de esos departamentos que no aparecen en los directorios, un sitio que rodos saben que existe pero al que nadie se quiere acercar, por lo que pueda pasar, en palabras del propio Mac: “asuntos húmedos”.

 

La historia arranca una de esas frías mañanas de la navidad madrileña, una de esas en las que el caldito de Lhardy debería tomarse por prescripción médica .Pat MacMillan se dispone a tomarse un año sabático, está haciendo back up de sus dispositivos y tomando el pelo a sus subordinados Meg y Chema hasta que suena el teléfono y a bocajarro escucha “tenemos un topo de ETA en el CNI”. Esa llamada del zorro, el jefe de Pat, le harán aplazar su ansiado viaje a Australia y a nosotros nos enganchará a la novela.

 

Rod nos mete en un mundo que el común de los ciudadanos / contribuyentes desconocemos. En él se entremezclan políticos, espías, terroristas, burócratas, matones de tres al cuarto, servidores público de los que creen en “Todo por la Patria” y de los de todo por la pasta. Es un libro que nos cuenta muchas historias todas trepidantes, todas turbias, ninguna obvia. El autor viene del mundo de la televisión y eso se nota en el ritmo. Cada párrafo te deja con ganas de otro más, es como leer “The wire”. Todos son buenos. La trama se tuerce y se retuerce y siempre nos mantiene con las orejas tiesas. Hasta el penúltimo párrafo pasan cosas. En mi opinión Rod sale bien parado del «jardín» de tramas y sub trmas en el que se mete y no nos hace demasiadas trampas, bien hecho J.L.

 

Pero vamos con el “prota”, que a mí me parece lo más interesante. Siempre me fijo más en los personajes que en las historias, taras que arrastra uno. Mac es un tipo que cae bien pese a su cinismo y a su nulo amor a la corrección política. Un amante de los animales y de los «Fab fou», sus tres mascotas se llaman Ringo, Paul y John, -¿José Luis tu también te ha olvidado del gran George?-. Un hombre que está harto de estar harto. Un superviviente de su propia vida “Yo amo a la humanidad, lo que me toca los cojones es la gente». Es una especie de misántropo sociable, cervecero, futbolero y cocinillas. Vamos, un tío peculiar y además tiene un Harley, ese amiguete que te saca de pobre un viernes de noviembre. Pero hay otro Mac menos agradable: un hombre frío y calculador. Un profesional que se mueve perfectamente en la comunidad de inteligencia y de sentirse a gusto en la sentían de las operaciones oscuras de «La Casa». Un tipo capaz de matar, unas veces por venganza y otras para cumplir con su misión. Como dijo Franklin D. Roosevelt de Anastasio Somoza: «Tal vez sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta».

 

La cita me da pie para comentar un par de cosas que no me han gustado tanto. Una es la constante sobreexposición a continuas citas de personajes históricos, filósofos película a y demás a las que nos somete EL agente MacMillan. La otra son algunas disertaciones musicales y culinarias que nos regala el autor de forma gratuita.

 

En general me parece que es un libro entretenido. De fácil lectura con un lenguaje muy de la calle y muy actual. UBA buena opción para este verano.

 

Co el autor yo también voy a hacer mis recomendaciones. Ver ‘S Hombre Tranquilo» de Ford, una de esas películas que cuando tienes un mal día te ayudan a sortearlo. La otra es visitar Irlanda y en particular el Parque Nacional se Connemara y para los que seáis de muchos posibles alojaros en Ashford Castle en Cong, para la mortales en general os recomiendo un paseo por su espectacular jardín y tomarse una pinta en la Taberna de Pat Cohan. «Homérico» como dice en la «peli» Michaleen Flynn, Toma cita, ja ja.

 

 

 

 

 

 

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