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El rostro del régimen.

Hoy “toca”: La gran Marivián de Fernando Aramburu, si, el autor del libro que todos decimos haber leído: “Patria”. El donostiarra regresa a  Antíbula, un país imaginario que nos presentó en “Los ojos vacios” -2000- y en el que cinco años después situó “Bani sin sombra”. Que no cunda el pánico, se pueden leer por separado sin ningún problema.

 

Antíbula es un compendio de los bandazos políticos sufridos en muchos países Europeos durante el Siglo XX: Monarquía, Dictadura militar con un claro sesgo religioso, una Revolución, la Guerra Civil y finalmente un Régimen totalitario de corte Marxista, ¿nos suena? Es en esta última etapa en la que se desarrolla la historia.

 

Aramburu, nos cuenta la investigación de un periodista purgado, al que falsamente se le atribuye un obituario anónimo y no excesivamente laudatorio de la gran diva del Régimen. El narrador mientras se documenta sobre la estrella, nos mostrará lo peligroso que es indagar sobre cualquier cosa en estos sistemas políticos. Y más, si como le pasa a él, se tiene un interés personal.

 

El narrador, en su investigación acudirá a todo tipo de fuentes, desde las muy oficiales hasra las clandestinas. Todas ellas contaminadas. Unas por su admiración desproporcionada como la de una biografía casi hagiográfica o las notas de la prensa oficial: “La voz roja”. Otras fuentes cegadas por el odio como el periódico subversivo “Dios mediante” o un libro al que  calificarlo de libelo no le haría justicia. También entrevistará a todo tipo de personajes que conocieron o no a Marivián tanto antes como después de alcanzar el éxito profesional y social. Unos la amaron, bastantes la odiaron, algunos simplemente la poseyeron y casi todos la manipularon en su beneficio propio.

 

Pero, ¿quién es realmente Marivián?, ¿quién es la mujer que hay tras el personaje? Es la imagen del régimen que la ingresó en internados. Es la mujer hipersexual y la niña víctima de abusos. Es la huérfana cándida y la femme fatale. Es el glamur del cine, pero también el hambre. Es la que viste modelos exclusivo y la que anuda a su cuello el único recuerdo que le queda de su madre. Es la mujer que renuncia a la maternidad pero que adopta… Marivián es como las matrioshkas, esas muñequitas rusas huecas que albergan en su interior otra, también hueca y esta otra más y así hasta que llegamos a la última que ya es maciza. Si realmente queréis saber quién es y qué o quién la mató,  leed “La gran Marivián”.

 

Aramburu da a la novela un tono que recuerda a 1984 de Orwell, que le ayuda bastante a la hora de hablarnos sobre la manipulación de la verdad, el secretismo o el miedo a mostrarse o expresarse como uno realmente es. En definitiva nua sociedad marcada por un dilema, los nuestro y los otros. Aunque yo creo que esto es un recurso para contar la historia y no como en la obra del británico, que constituye  el motivo central de la novela.. El de San Sebastián nos regala algunas pinceladas de humor, esto junto al ritmo narrativo harán que el lector lo agradeca y contribuya a que la novela se lea cómodamente. En definitiva recomendable.

 

Una reflexión: han existido muchos regímenes, aunque parezca increíble, si tenemos en cuenta la actualidad demencial que sigue teniendo el Régimen de Franco. Si Marivián es la cara del Régimen Colectivista de Antíbula, en el franquismo hubo hasta una “sonrisa del Régimen” –José Solís-. Muchos conoceréis la anécdota, aún así  no me resisto a contarla. Muy buena: Solís, Ministro Secretario General del Movimiento –casi nadie al aparato- en pleno discurso espetaba a los Procuradores preguntando “¿…en definitiva, para que sirva hoy el latín?”. A lo cual respondió, Adolfo Muñoz, procurador, además de  profesor de latín “Por de pronto, señor ministro, para que a Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa.”.

 

No citaré el famoso discurso de “Paz, Piedad, Perdón”. Pero por favor no miremos mas al pasado, no nos merecemos más rostros ni más sonrisas de régimen alguno.

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