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El soldado, la Gioconda y el dragón.

 

El puñal de Jorge Fernández Díaz. Un veterano de la guerra de las Malvinas donde consiguió tres medallas, dos años en un pabellón psiquiátrico de un hospital militar y un “buraco” de un francotirador inglés. Después de la guerra se reinventa, como se dice ahora y de la mano de Leandro Cálgaris en un especie de «fontanero» de una filial de los servicios secretos argentinos: “La Casa”, ¿os suena de algo?, llamada ”La Casita”.

 

“El puñal” es uno de los libros más entretenidos que he leído últimamente.Y que no me he cansado de recomendar a todo el mundo, y a casi todos les ha gustado lo mismo que a mí o más. Excepción hecha de mi madre – yo creo que las expresiones como “gorda conchuda” no terminaba de cuadrar con sus gustos literarios-.Y es que “LA JEFA” ya tiene unos años y dentro de nada uno más. FELICIDADES MAMA-.

 

Volvamos al libro; «El puñal» es una novel noir de manual. De esas por las que desfilan  tipos duros, femme fatale, asesinos, narcotraficantes, policías mordidos, políticos corruptos, tugurios innobles,  hoteles de gran lujo, chorizos de medio pelo, abogados de traje de tres piezas y tensión sexual si resuelta.

 

La trama arranca con la llegada a Buenos Aires de una abogada española, Nuria Menéndez Lugo, una mujer atractiva, inteligente y calculadora que viene con la intención de organizar una empres exportadora de vino y otras cosas. En principio “La Casita” encarga a Remil un seguimiento de la “gallega”. El soldado, como siempre hace, se entrega a la labor con obediencia perruna. En esta parte del libro conócenos al Remil arrabalero de las  sórdidas villas bonaerenses, de chori pan y cervezas Qilmes, de quinquis, de yonkis y lunfardo.

 

Andando la novela Remil dejará de espiar a Nuria para pasar a ser el guardián de la Gioconda. Lacual murade empresaria exportadora a ser la organizadora de un cártel de transporte de cocaína a Europa via España. Junto con Leandro Cálgaris y con Remil siempre atento y en permanente estado de alerta nos mostrarán el lado empresarial, político y chic del narcotráfico y tambien el más feo de quimicos, avionetas y mercenarios. Aparecen aquí abogados como García Roldán, bróker como Baldwin –el más malo de todos, como dice el autor. Modelos retiradas que ejercen de mujer florero y rubia tonta pero que en realidad no son ni lo uno ni lo otro y… por fin los políticos.

 

El autor aprovecha el personaje de la senadora Parisi “la tana” una aspirante a la presidencia de la Republica Argentina a la que Fernández Díaz apoda como la reina del peronismo caviar. El libro ahora se convierte en una crónica periodística – terreno que en absoluto es desconocido para el autor-. Aprovecha para denunciar la narco política del neo peronismo caviar en la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner. Vemos un país que como los pescados empieza a pudrirse por la cabeza y que poco a poco va corrompiendo todo una nación. Todos tienen n un motivo para corromperse. Y te das cuenta que aquel grito de “Ladrón o no ladrón queremos a Perón”, sigue tan actual como en su momento.

 

Cuando el tinglado revienta y desaparece la dama blanca reaparecerá el Remil de Monte Longdon, el guerrero, el infante que no quiere retirarse, que defiende solo una posición que está perdida. A diferencia de en la batalla Remil está solo, no vendrá su viejo sargento para cargarlo a sus espaldas con un tiro en la barriga. Pero él es un tipo duro con un sentido obsesivo de la lealtad y con nada que perder, salvo la vida. La historia es cruel con el soldadito y otra vez más se verá abandonado y traicionado.

 

 

«El puñal» es Remil y Remil es el puñal. Un tipo hosco, apaleado por la vida y por los hombres. Una persona con solo un valor irrenunciable. El que tiene con Nuria, con el Coronel o su viejo sargento o la Patria, una especie de Bushido porteño que le obliga a seguir adelante. Es un personaje sin escrúpulos, capaz de aplicar una plancha en el pecho de alguien para que le dé una información, pero también capaz de leer compulsivamente libros de historia. Un hombre capaz de amortajar a un compañero de armas y de apalear a un periodista para que tenga la boca cerrada. Como describió Zorrilla a Don Juan Tenorio:

«Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.»

Para acabar, si el gran libro sobre el narcotráfico y el inicio de la guerra contra las drogas de la época de los 80 es “El poder del perro” de Don Winslow el de la narco política del primer cuarto del siglo XXI es“El puñal”. El primero más duro en las formas y el de Fernández Díaz más descarnado en el fondo.

Un comentario

  1. Carlos Rosa Carlos Rosa 3 junio, 2018

    Pues lo voy a leer pues tus consejos son siempre muy acertados !!!
    Carlos Rosa.

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