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El valor espera, el miedo va a buscar.*

Hola a todos, ya está aquí Noviembre y por tanto nos han “quitado” una hora, pero mejor me callo porque si no duermo en Comisaría. Como comenté en el post sobre la última novela de Lorenzo Silva y Noemí Trujillo: La forja de una rebelde, se mencionan bastantes libros, entre ellos uno me llamó la atención por su titulo. Os dije que, cuando lo leyese os daría mis impresiones, pues dicho y hecho. Esta semana os hablaré de: La hora estelar de los asesinos de Pavel Kohout.

En febrero de 1945, Praga es de las pocas capitales que sigue bajo el dominio alemán, aunque nadie duda que en unas semanas o meses, los aliados la liberen. Solo falta saber si lo harán los rusos o los norteamericanos. El joven Subinspector Jan Morava mirará cara a cara al horror y no por la inminente batalla. La viuda de un general alemán ha sido salvajemente asesinada y mutilada. Los ocupantes no se fían de la lealtad de la policía checa,  por eso la investigación será supervisada por Erwin Buback, el Inspector Jefe de la Gestapo. Ambos se verán persiguiendo a un psicópata asesino de viudas, en una ciudad que como sus propias vidas, está a punto de saltar por los aires.

La hora estelar de los asesinos no es una novela demasiado fácil de leer, pero no nos asustemos que no es Rayuela o Ulises. Digo esto porque es un libro tirando a “libraco”, seiscientas veinte páginas. Tampoco la extensión de los capítulos ayuda mucho, son únicamente cuatro y una pequeña reflexión final, creo que capítulos de ciento cincuenta páginas, aquí hay dos, no contribuyen a la claridad de unas tramas complejísimas. Así que si alguien se anima a leerla, le daré un consejo: es un libro para leer en casa tranquilamente. Para algo tiene que servir que nos roben la hora.

Jamás había oído hablar de Pavel Kohout y francamente me ha sorprendido. La hora estelar de los asesinos no es únicamente una novela policiaca, que lo es, va mucho más allá. No solo porque por momentos se convierte en un relato bélico, para evolucionar a ser un thriller psicológico y sobre todo ello es un magnifico estudio sobre la condición humana. Esta sucesión de géneros la hace Kohout de un modo tan natural como brillante y es que nos explica la batalla de Praga con la misma maestría que la personalidad enferma de un asesino en serie.

Si la versatilidad a la hora de escribir de diversos temas me ha sorprendido, la profundidad con la que dota Kohout a sus personajes me parece que está al nivel de los grandes de la literatura. Desde el menos importante, por ejemplo el único testigo que puede reconocer al asesino, a los principales: Morava y Buback, están creados con la paciencia y el detalle de un orfebre. Todos evolucionan y salvo alguna deshonrosa excepción, lo hacen para mejor y eso que alguno parezca que no que pueda hacerlo.

De todos los personajes, haré un breve comentario de tres: Morava, Buback y Beran; pero podría hacerlo con Jitka, Grette o Meckerle porque todos son excepcionales. . Morava es un joven policía chapado a la antigua, aferrado a sus “fes”: la religiosa  y la que tiene en la ley. En el transcurso del libro pasará de pretendiente silencioso a marido enamorado; perderá su fe en Dios, pero no en la ley; el policía inteligente y meticuloso se convertirá en un cazador implacable y el que conoceremos como un funcionario terminará siendo un hombre de acción al que sin saberlo esperaba el valor. Buback, en el fondo nunca dejo de ser un policía (desde 1936 ese Cuerpo fue fusionada con la Gestapo); es uno de esos cientos de miles de alemanes que miraron para otro lado cuando el Estado al que servían se convirtió en criminal, pero que va tomando conciencia de que la culpa del Régimen es la suma de las culpas que lo aceptaron y lo sirvieron; Erwin pasará de idealizar a Hilde, la esposa muerta en un bombardeo aliado a sentir la necesidad de compartir su amor y lo que le quede de vida, que no parece demasiado, con Grete una mujer totalmente diferente a aquella; pasará de sentirse alemán a recordar el idioma que su madre le enseñó en su ciudad natal y de la que hoy es uno más de sus ocupantes. Quizá el único de los personajes  que apenas cambia sea el Comisario Jefe Benan, un policía que sirvió a un país que ya no existe y que pretende servir a uno que no existirá; el superior de Morava es a la vez su maestro y su mentor, pero el viejo policía checo ve en su subordinado el hijo que jamás tuvo y ve en el amor de Jan y Jitka el que él no supo encontrar; un hombre de férreas convicciones  morales y con unos valores, literalmente, a prueba de bombas.

La hora estelar de los asesinos me ha parecido una novela grandiosa, porque bajo la apariencia de una simple novela policiaca, esconde un profundo estudio sobre el ser humano. En ella Kohout “disecciona” el alma humana que es capaz de los actos más viles y de los más generosos. Una novela en la que la amistad, el amor o la lealtad comparten párrafo con el egoísmo, la crueldad o las ruindades de los seres humanos. Es la obra de un autor que ha dejado de creer en muchas cosas pero no en el ser humano. ¡EXCEPCIONAL!

¡¡¡SEÑOR PUTIN, RETIRE LAS TROPAS YA!!!

*José Bergamín.

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