Hola, sin darnos cuenta ya nos hemos comido el primer mes del año. Y es que el tiempo se nos escapa como el agua en un cesto. A principios de año compartí en el blog la segunda novela de Álvaro Arbina: La sinfonía del tiempo y me comprometí a traer aquí el, por el momento, último libro del autor vitoriano, que es ya el tercero. Se trata de Los solitarios, publicado en 2020 por Ediciones B.
A Emili Urquiza, una policía vasca que trabaja en los Estados Unidos le ha tocado el «gordo». En una peculiar casa situada en mitad de una inhóspita y nevada zona de Maryland, aparecen nueve cuerpos brutalmente asesinados. Las víctimas no parecen tener nada que ver entre sí, cada uno es de un país y un origen distintos. Junto a su desconcertante compañero Francis Thurmond deberá resolver este macabro hallazgo.
Después de muchas semanas compartiendo los libros que he ido leyendo, pero esta vez hablaré de uno que no he sido capaz de terminar. No sé si es porque soy muy tacaño o porque soy un cabezota, pero no me gusta dejar un libro sin terminar. Aunque bueno, creo que quien más y quien menos alguna vez han devuelto un libro a la estantería y allí se quedará, tal vez para siempre o quizá esperando una segunda oportunidad, un momento más propicio. Lo cierto es que para mí este suele ser un mal trago. A Arbina le “conozco” desde su primera obra: La mujer del reloj y en cuanto pude os hablé de ella.
Cuando abandono una lectura se apodera de mí una sensación de fracaso, no de decepción. Siento que no he sido capaz de comunicarme con su autor y con lo que me ha querido contar. Me disgusta porque no he sabido apreciar el trabajo de alguien que se ha esforzado para entretenerme, enseñarme o acompañarme en la vida.
Lo que me gustaría dejar muy claro es que este es un blog en el que un lector de a pie expone una opinión personal. Simplemente eso y nada más. No suelo recomendar que se compre esta o aquella obra, es más lo de los prescriptores, como se dice en la neo lengua actual, no termina de convencerme. Así que jamás tendré la desvergüenza de decirle a alguien: » no leas este título o ese autor». Lo único que digo es que la tercera novela de Álvaro Arbina no me ha conseguido atrapar. No sé si porque estaba esperando otra de sus novelas con trasfondo histórico, porque no he sabido apreciar los personajes o vaya a saber usted. Pero de lo que no me cabe duda es que empecé este libro con el mismo interés que los anteriores.
Supongo, que como me ocurre con los buenos amigos, no siempre coincidimos en gustos y opiniones, pero casi siempre sí. Así que espero con ganas la siguiente obra de Arbina y un tiempo más propicio para reencontrarme con Los solitarios.
Sé el primero en comentar