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Escalofriantemente premonitoria.

Buenaaaas, esta semana voy un poquito más tarde, pero eso tiene una explicación como ya tenemos el futbol y el rugby en la recta final, los fines de semana tengo más tiempo libre. Así que voy a intentar volver a los orígenes de blog y perpetrar los post los domingos o los lunes, veremos si soy capaz de organizarme… Esta semana os voy a hablar de un libro publicado en 2010 y que por un desgraciado suceso, que heló la sangre a medio mundo, se reedito en 2015 y que le dio una segunda vida que llega hasta hoy. Vamos a hablar de Caja negra de Francisco Narla.

Un gris y roñoso funcionario gallego de 1977 y Thomas un apuesto y adinerado piloto de líneas aéreas de 2009 son los protagonistas de esta novela. ¿Pero que tienen qué ver dos tipos tan dispares a los que separan más de treinta años? Uno tacaño, vulgar, aficionado a la parapsicología. El otro apuesto, mundano y amante de las ciencias. ¿Tienen algo en común?: la respuesta es sí. Si queréis saber que o quien une dos existencias tan dispares no os quedará más remedio que leer: Caja negra, una novela de ficción que se mueve entre espíritus del más allá y monstruos del aquí y ahora.

Confieso que no soy nada aficionado a las ciencias ocultas, los fenómenos paranormales y todas esas materias, hasta el punto de no haber visto jamás un programa de Iker Jiménez. No es que me den miedo ni sea escéptico o tenga prejuicios, simplemente no me suele interesar el tema. En Caja negra estos temas están muy presentes y el autor consigue que lectores que no tengamos ni idea del tema nos sintamos cómodos al leerlo y eso me ha parecido muy meritorio. No sé si para los aficionados a la parapsicología les puede parecer demasiado superficial, lo desconozco. Creo que Narla habrá conseguido más de un nuevo aficionado a esos temas, no es mi caso y es que uno se quedo en el Padre Karras y en la niña Carol Anne yendo hacia la luz.

La novela como he comentado, se desarrolla en dos épocas distintas, 1977 y 2009. Aunque hay unas cuantas páginas que se desarrollan en los primeros años de la década de los 90 y que personalmente no me han aportado nada. Es más, yo creo que esos capítulos dedicados literalmente a la casquería son prescindibles, ya que son más efectistas que efectivos. Pienso que es innecesaria ya que la investigación de Sinesio en los setenta ya nos lleva a una época anterior, en la que se origina el “problema”. La aparición de esta especie de Hannibal Lecter japonés, salvo unos cuantos párrafos carentes de originalidad no aporta nada, para eso ya están los libros de Thomas Harris, publicados entre 1981 y 2006 o sus adaptaciones al cine. Me ha gustado mucho el modo en que Francisco Narla hace converger las dos líneas  temporales y los personajes protagonistas de ellas. Lo hace de un modo natural, sin forzar situaciones y sin esas coincidencias, por no llamarlas trampas, que estamos tan acostumbrados a leer, consigue que ambas narraciones confluyan sin aspavientos. Muy bien hecho, ¡si señor!

De los personajes yo destacaría a Rosalía, me parece que es quien nos ofrece más matices. Es una mujer de campo apegada a la tradición, que como buena gallega, ni cree ni deja de creer en según y que cosas, pero… Ella quizá sea el personaje con la mente más abierta o más pragmática de toda la novela. A diferencia de Thomas y Sinesio, no está dominada por sus pulsiones o sus pasiones. En contra posición nos encontramos con los protagonistas masculinos, que aunque en apariencia son totalmente distintos, luego resulta que no lo son tanto. Pese a que ambos no me parecen demasiado innovadores. Thomas me ha recordado mucho al Patrick Bateman de la novela American Psycho: triunfador, elegante, guapo, rico y… asesino compulsivo. La otra cara de la moneda es Sinesio: uno de esos tipos que protagonizan las novelas de crímenes: gris, solitario, obsesivo y huraño, es sencillamente una persona rara, de esas que somos mayoría en este mundo. Ese juego de luces y sombras de convergencias y diferencias entre el piloto y el funcionario me ha parecido interesante y muy atractivo. Sin duda, creo que  ambos  cumplen eficazmente su tarea.

Curiosamente Caja Negra debería haber sido un libro que no me interesara, ni por el tema, ni por los personajes, ni por el estilo de escritura, pero no ha sido así. Me he sorprendido a mí mismo enganchado en su lectura, me he entretenido. ¿Se puede exigir más?, no creo. Lo cierto es que resulta escalofriante comprobar que cinco años después de la publicación de Caja negra, su final  fue portada en todos los medios del mundo y esa vez no era ficción. Eso, la maldad absoluta, perdonadme, si que acojona y no las psicofonías.

¡¡¡SEÑOR PUTIN, NO HAGA QUE LA MADRE RUSIA ABOMINE DE SUS HIJOS!!!

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