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Estirar un chicle.

Más o menos fiel u más o menos puntual acudo a mi cita semanal con este humilde blog y sus pacientes lectores. Así que esta semana me gustaría compartir con todos el último libro publicado por el académico que ocupa el sillón T de la Real Academia Española. Por simplificar la cosas, vamos a hablar de El italiano de Arturo Pérez Reverte, publicado este mismo año por Alfaguara.

La bahía de Algeciras en 1942 era una zona de guerra. A pesar de que la guerra civil española hacia tiempo que había terminado los linenses seguían oyendo explosiones, disparos y viendo a jóvenes morir. Elena Arbués es una de esas gaditanas que siguen conviviendo con una guerra que no es suya, o al menos eso dice una verja. Pero una madrugada Elena, una viuda de veintisiete años, descubre un cuerpo en la playa mientras pasea con su perro. Ese hallazgo la llevará a vivir situaciones que jamás imaginó y la hará  revivir sentimientos que nunca pensó volver a experimentar. Esos son los mimbres con los que el cartagenero teje El italiano.

La novela, según afirma en ella el autor, es casi en su totalidad una historia real. La historia se compone de tres tramas, además de unos insertos en los que Pérez Reverte nos revela cómo llegó a la historia y algunas entrevistas con sus protagonistas o sus descendientes.

La trama bélica es la que más me ha interesado. Creo que se trata de unas operaciones militares que no son conocidas por el gran público y la cercanía de los escenarios le añade un cierto interés. Este segmento está escrito con muy buen pulso, con mucho ritmo. Demostrando que este es un terreno en el que el de Cartagena domina y eso el lector lo nota. La historia de espionaje me parece un poco cogida con alfileres. Le falta el empuje suficiente para atrapar al lector. Tal vez el autor ha querido agradecer la colaboración de sus fuentes ya sea ahorrando los recuerdos dolorosos o situaciones de las que podrían salir no muy bien paradas. La relación entre la librera gaditana, Elena y Teseo,el buceador italiano me parece un tanto pueril, en ningún momento me ha transmitido la angustia de aquellos que saben que cada encuentro puede ser el último. Es una relación tranquila que fluye sin urgencias, como si ninguno de los dos estuviera apostando a un juego en el cual quien pierde paga con la vida. Me ha parecido muy emotivo, si queréis poético,  que el mar devuelva a Elena lo que ella pensó que en él quedaría olvidado. Lo que sí me ha llamado la atención es que en una novela el autor haya incluido esos paréntesis de sus encuentros con los personajes reales. Está bien y no te distraen de la historia, le dan cierto aire de reportaje periodístico aportando frescura al libro.

Sobre los personajes no voy a comentar demasiado. En líneas generales me han parecido gente aburrida, curiosa sensación en unos personajes que mayoritariamente viven en una situación límite. Quizás resaltaría al buceador británico: un tipo que respeta el valor de sus enemigos, creo que encarna los valores militares pese a no ser un soldado al uso. Recuerda más a los soldados y marinos de novelas ambientadas en otros siglos y en otras guerras. El policía gibraltareño  cazador de espías también tiene su aquel, pero no resulta un personaje excepcional.

La novela es bastante interesante y por supuesto, está bien escrita, aunque se le pueden sacar algunos peros. No sé si es porque soy un lector asiduo de Pérez Reverte desde sus primeros libros, pero llevo bastante tiempo esperando un nuevo El puente de los asesinos. Ni la trilogía de Falcó, ni Sidi ni Línea de fuego han terminado de llenarme. Pienso que falta un “qué sé yo”, pese a ser lecturas más que correctas. Al terminar El italiano me ha quedado una sensación de que sobraban páginas, tal vez porque el propio escritor confiesa que está basado en un trabajo periodístico o quizá porque me encantó la deslenguada La sombra del águila, que me parece una novela corta, ciento sesenta páginas sobre tema bélico genial. Pero cono dice el clásico: El italiano, informa y entretiene y con esto está muy por encima de la medía de lo que vemos en los estantes de las librerías. Recomendable: si, imprescindible, no.

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