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Fondo y  forma.

Muy buenas a todos. Conozco a bastantes personas que sostienen que el año empieza en septiembre y que lo del 1 de enero es una filfa. Argumentan que a primero de septiembre se vuelve al trabajo, empieza el curso escolar, se hacen dietas para evitar los criminales estragos de los larguísimos aperitivos veraniegos y… empieza la liga. Además, afirman que  en enero únicamente se enuncian un montón de propósitos que todo el mundo sabe que son falsos: me apunto al gimnasio, dejo de fumar, tengo que sacar tiempo para leer más… Pues bien, seáis de los del plan clásico – de los de  enero- o del alternativo – partidarios de septiembre-, no os vais a librar de mis “reseñas”. Esta semana os hablaré de un libro escrito por la enigmática Elena Ferrante: La amiga estupenda.

Estamos en Nápoles en mitad de la década de los 50 del siglo pasado. Emú y Lila son dos niñas que viven en un barrio más que humilde. Desde muy pequeñas forjan una relación de amistad que pese a ser muy compleja, condicionada por su entorno, sus familias, su educación y muchos factores más,  las acompañará durante muchos años de su vida, quizá hasta su final. Una historia que sin duda las marcará.

Antes de daros mi opinión sobre el libro me gustaría deciros un par de cosas. Una: esta es la primera de las cuatro novelas que componen la serie Dos amigas y no he leído ninguna otra; con lo cual es obvio que mi visión sobre los personajes y su universo es parcial, por tanto incompleta. La otra: a pesar de que bastantes personas me han recomendado leer algo de Elena Ferrante, en mi interior, vaya usted a saber porqué, siempre ha habido una especie de reparo irracional para no hacerlo. Dicho esto, si alguien quiere dejar de leer el post, me parecería muy lógico. Para los que decidáis seguir adelante, aquí están mis impresiones sobre la obra.

La amiga estupenda me ha parecido una obra muy compleja, porque es a la vez un texto muy denso pero que curiosamente se lee con  relativa facilidad. Personalmente creo que Ferrante escribe magníficamente, con una técnica y un estilo excepcionales. Esto anima a una lectura en la que el simple placer de disfrutar de lo bien hecho es motivo suficiente para dedicarle nuestro tiempo. Es como cuando paladeas un dulce hecho artesanalmente, con mimo. A pesar de que mis conocimientos de Italiano se limitan a términos «futboleros» aprendidos en el AS, gastronómicos adquiridos en las cartas de los restaurantes y por supuesto la jerga criminal de las pelis y series de mafiosos, me parece que la traducción de Celia Filipetto ha contribuido y mucho a la brillantez formal de la obra.

Ahora vamos con lo de la “densidad”. Pienso que es complicadísimo escribir un libro en el que el tema principal sea la vida cotidiana de personas normales, como es el caso. Conseguir que algo ordinario se convierta en extraordinario es algo que únicamente está al alcance de un puñado de elegidos desde que a los humanos nos entró la inquietud por contar historias. A pesar que la misteriosa Elena Ferrante es una escritora muy solvente no pertenece a ese exclusivo y reducido grupo. El principal motivo por el que yo no incluiría a Ferrante en ese club, es que su prosa a medida que avanzaba en la lectura, se me iba haciendo cada vez más ardua. Las situaciones, las reacciones de los personajes dejaron de sorprenderme poco a poco, porque se repetían continuamente, mientras que la acción se ralentizaba página tras página. Por poner un ejemplo grafico comencé leyendo el libro con el galope de una pura sangre y lo acabé con el tranco de un jamelgo.

La relación entre las dos protagonistas es un continuo ir y venir de afectos y envidias, algo lógico pues en esta primera entrega nos cuenta la infancia y adolescencia de Emú y Lila. Claro que esa etapa se caracteriza por la inestabilidad de un carácter que aún está por definirse, pero al cuarto desencuentro y su correspondiente reconciliación, tenía muy claro el tema y sinceramente no necesitaba que se incidiese una y otra vez en ello. No solamente son volubles las protagonistas, si no que personajes adultos: padres, maestros o vecinos también lo son, lógicamente eso me creó un cierto cansancio muy cercano al hastío.

No sé si esta novela se puede encuadrar dentro del género del realismo social, lo que es innegable es que retrata un barrio pobre, por no llamarle marginal con todas sus miserias y alguna que otra cosa buena. Me ha resultado curioso como las personas incorporan a su forma de ser las características del entorno. Veremos personajes sucios, violentos, pobres, que rondan la delincuencia, en definitiva el paisanaje se confunde con el paisaje. Me ha recordado a las películas del neorrealismo italiano dirigidas por Rossellini o De Sica en las que la pobreza material muchas veces se convierte en pobreza de los personajes. ¿Es este cine entretenido?, no. ¿Cuenta ese género con alguna obra maestra del cine?, por supuesto que sí. Pues eso mismo pienso de La amiga estupenda.

Este es indudablemente un gran libro, aunque quizá no para leer en cualquier momento y tal vez más adecuado para grandes lectores que para los que únicamente somos consumidores de libros. Si en lugar de una obra literaria fuese un debate y yo tuviera que calificarla, diría  que La amiga estupenda obtendría un sobresaliente en las formas y un bien en el fondo. Creo que una cosa es saber que algo es arte y otra muy distinta es estar capacitado para apreciarla.

¡¡¡SEÑOR PUTIN: DETENGA LA ATROCIDAD QUE USTED HA DESATADO!!!

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