Hola a todos, aquí seguimos sumidos en una duda absoluta por aquello de las fases y qué nos dejan hacer y qué no en cada una de las dichosas fases. El libro que me gustaría compartir con todos vosotros es un clásico del misterio, una novela policiaca, enigma que dicen los técnicos, excepcional. Es de un autor que no ha alcanzado la fama o la repercusión entre el gran público conseguida por Agatha Christie o Georges Simenon. Se trata del belga Stalisnas-André Steeman, conocido como es lógico como S.A. Steeman. Y ·nuestro libro es: El asesino vive en el 21.
En el Londres de los años treinta aparecen una serie de cadáveres asesinados de un fuerte golpe en la cabeza. Su asesino es además un ladrón y siempre perpetra sus crímenes en días de niebla. Además tiene la desfachatez de dejar una tarjeta con su nombre: Míster Smith. Un nombre anodino y que al igual que su “modus operandi” no ofrece demasiadas pistas al superintendente Strickland de Scotland Yard. Pero cuando un delincuente de poca monta afirma que ha visto como se perpetraba el último asesinato y ha seguido al asesino hasta su casa en el 21 de Russell Square, todo parecerá aclarado o tal vez no.
No cunda el pánico, que el párrafo anterior solo resume hasta la página treinta y el 21 es la Pensión Victoria, así que tenemos por delante casi doscientas páginas de misterio para descubrir al asesino y sobre todo para familiarizarnos con la señora Hobson y sus peculiares huéspedes. Todos son gente respetable y entre la que parece difícil que se encuentre un asesino, pero como dice el refrán: “el hábito no hace al monje”. El autor recrea una suerte de novela costumbrista de la Inglaterra del periodo de entre guerras en la que no faltarán partidas de bridge o los clásicos tés de una sociedad y unos personajes que se resignan a asumir que el mundo tal y como lo conciben y su Imperio son poco más que recuerdos y un trazado en un mapa que muy pronto se verán borradas para siempre, el libro, recordemos se publicó en 1939.
Aparte de la respetable viuda Hobson todos los habitantes de la casa son sospechosos y a la vez son estereotipos de su época y de la etapa más brillante en la novela de misterio, los veinte y treinta del siglo pasado. Os los presento a todos y así podréis ir perfilando a vuestro sospechoso. Espero no dejarme ninguno porque todos pueden ser Mr. Smith, si me dejo alguno no es una trampa, simplemente mala memoria. Tenemos un militar retirado tras servir durante años en la India, el Mayor Fairchild. El profesor Lalla-Poor, un prestidigitador en busca de un contrato teatral. Los Crabtree, un matrimonio ejemplar formado por una mujer dominante y un marido pusilánime. Miss Holland, una soltera que ve marchitar su juventud junto a sus queridos gatos. El doctor Hyde acompañado por su cojera en lugar de por Mr. Jekyll. El Sr Andreyev un ruso versado en buscarse la vida. Mr. Collins que es un escocés tartamudo y por supuesto tacaño. La joven Miss Pawter una joven publicista que trata de abrirse camino en la profesión. Dentro de este grupo de personas tan normales, deberemos descubrir a Mr. Smith.
Esta es una novela de un autor inteligente y escrita para lectores inteligentes. Tan es así que Steeman en la página ciento ochenta ocho nos lanza un reto, al afirmar que ya tenemos todos los datos para saber quién es Mr. Smith, aún nos queda bastante relato por delante. Obviamente no desvelaré si tuve o no que volver hacia atrás en la lectura. Lo que es indudable es que casi nadie puede imaginar un final tan brillante y tan entretenido como el que nos desvela Steeman. No creo que me equivoque demasiado si digo que este libro tiene un “tercer tiempo” en el que pensar cuando supimos quien era el asesino. Y si es con nuestros amigos y una copa mejor. Pero eso sí que es un enigma por resolver.
Agobiados, inteligentes, aburridos, enemigos de los libros “gordos”, amigos del misterio, papás que queréis arrancan car a vuestros hijos de las redes… Este libro es para nosotros. Una narración divertida, sorprendente y no me cansaré de decirlo inteligente. Y eso en estos tiempos y con lo que estamos padeciendo creo que es un lujo al que no debemos renunciar.
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