Hola a todos, vuelvo a subir un post, después de una semana “calladito” en la que me he dedicado a leer el interesantísimo ensayo : La mirada quieta (de Pérez Galdós) de Vargas Llosa sobre la obra de Don Benito y las peculiares y autobiográficas Memorias de un desmemoriado del más canario de los escritores canarios y uno de los maestros que han escrito en español. Así que para cambiar de tercio esta semana competiré con vosotros: Belgravia de Julian Fellowes, un libro y un autor ingleses, pero muy ingleses.
Cuando la Duquesa de Richmond celebra un baile de gala el 5 de junio de 1815 en su palacio de Bruselas, no imagina que su fiesta pasará a la historia como una de las más tristes. Muchos de sus invitados en pocas horas pasaran de pasear con uniforme de gala por sus salones, a yacer muertos cubiertos por andrajos en el campo de batalla de Waterloo. La victoria sobre Napoleón marcará el futuro de una familia noble: los Brockenhurst y la de los Trenchard una prospera y plebeya familia de comerciantes.
Sinceramente el inicio del libro me pareció si no deslumbrante, muy prometedor: una historia de amor imposible, un baile muy colorido y al fondo la guerra. Sonaba un poco a Guerra y paz, pero me resultó atractivo, sobre todo por los personajes, en especial la pareja de enamorados, el Duque de Wellington y sus oficiales, el matrimonio Trenchard – los padres de ella-, La Condesa de Brockenhurst – la madre de él- y un enjambre de sirvientes que desempeñan las más inverosímiles funciones. Si a esto añadimos que el autor es, entre otras muchas cosas, el creador de la famosa serie de televisión Downton Abbey; todo parecía indicar que estaba ante una lectura fantástica.
Creo que Julian Fellowes tiene dos o tres novelas más traducidas al español, pero confieso que Belgravia ha sido mi primer contacto con el Fellowes novelista. No tenía duda ninguna, menos después de haber visto varias temporadas de Downton Abbey, que el autor iba a diseccionar la sociedad británica de la primera mitad del Siglo XIX, con la misma meticulosidad que lo hace con la del primer cuarto del S.XX en la serie. Belgravia transcurre principalmente en los inicios de la época Victoriana y la aguda y por momentos, crítica mirada del autor se va fijando en todas las clases sociales: desde la nobleza cuyo único capital es un árbol genealógico, al recién nacido proletariado industrial; de la burguesía emprendedora al servicio domestico, pasando por un clero plagado de “segundones” con menos virtudes que vicios. Y por supuesto los que mandan y continúan mandando en el país, que como dice un amigo: “no es capaz de asumir que el Primer Ministro venga de una familia originaria del Raj”.
Normalmente suelo dar algún “palito” a las novelas que se escriben pensando en su adaptación a las pantallas, en este caso será lo contrario, es decir, que mantengo un criterio fijo variable. Trato de explicarme: la minuciosidad de Fellowes a la hora de describir hasta el mínimo detalle de cualquier cosa ha conseguido distraerme y creo que a él también. Página tras página asistimos a ver como se sirve el té, la doncella peina a su señora o se limpia la plata; que vale más una escena de medio minuto en plano general que leer decenas de párrafos.
De los personajes me quedo con Anne Trenchard, la única que parece estar con los pies en la tierra y que sabe quién es: una madre… Caroline, perdón, Condesa de Brockenhurst, es una muestra de altivez y de frivolidad, que aunque pretenda hacer el bien siempre lo hará desde la soberbia y el egoísmo. Los herederos de ambas familias, Oliver Trenchard y John Bellasis, supongo que sirven al autor para predecir el futuro que espera al Imperio, pero que no sorprenden al lector. No mejoran al Juanito Santa Cruz creado por Galdós siglo y pico antes y que tampoco era original. Crápulas e idiotas en la literatura hay unos pocos y en el mundo real aun mas. James Trenchard, en mi opinión, merece una mención aparte, es el hijo de un tendero que a fuerza de trabajo ha llegado a amasar una gran fortuna, eso le lleva a padecer un complejo de inferioridad por no ser aceptado por la clase alta, pero que no es consciente de que sus valores; el trabajo, la decencia y el amor a su familia son tan o más elevados de los de aquellos que se burlan de él jamás tendrán.
Belgravia me ha parecido un libro muy bien escrito y excepcionalmente ambientado, pero al que le sobran muchas páginas y que puede llegar a parecernos reiterativo. Lo bueno si breve…
La música que me ha recordado esta novela no podía ser más que: Pompa y circunstancia de Edward Elgar, en mi opinión, lo mejor, como casi siempre, está al final.
P.S. Hay serie, pero no se en que plataforma.
¡¡¡SEÑOR PUTIN, DETENGA EL HORROR QUE HA PROVOCADO!!!
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