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Las cosas claras y el chocolate espeso.

Es casi un clásico que cada final de año se haga un recordatorio ya sea en prensa, en radio y ¡hasta en la televisión!, de los autores que han fallecido sin recibir el Premio Nobel de Literatura. Este año quizá los más destacados hayan sido Philip Roth y  Amos Oz. Así que me hice con un ejemplar de La caja negra de Amos Oz, un libro que el israelí, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2007, publicó en 1987, pero que ha sido reeditado varias veces en castellano, la ultima creo que ha sido la de Ediciones Siruela.

 

Antes de comentar el libro en sí me gustaría hablar del título, es lo lógico ¿no? Siempre que ocurre un accidente aéreo se busca la caja negra del aparato, donde se registran las últimas conversaciones de los pilotos antes del siniestro. Eso es lo que nos cuenta la novela de Oz, las últimas conversaciones, en este caso en forma de cartas y notas cruzadas entre varias personas, alguna de las cuales van camino de un final catastrófico. Pero también es una especie de cubo de basura emocional donde los personajes  depositan en mayor o menor medida sus inmundicias.

 

Esta es una obra epistolar, como he escrito más arriba, que nos narra las comunicaciones de cinco personajes principales entre febrero y octubre de 1976. El fuego lo rompe Iliana al escribir a su ex marido tras siete años de silencio entre ambos y lo cierra Michel, su segundo marido. Hay cinco actores en este drama que son los siguientes.

Alexander “Alec” Gideon. Un afamado profesor de Ciencias Políticas en una universidad de los Estado Unidos, que ha alcanzado el reconocimiento mundial por su obra “La violencia desesperada. Estudio del fanatismo comparado”.  Antiguo Comodante de una unidad de carros del ejército israelí, veterano de las guerras contra los árabes. Casado en primeras nupcias con Iliana con la que tiene un hijo Boaz. Es heredero de una gran fortuna “legada” por su padre.

Iliana Brandstetter, primera esposa de Alec, del que se divorcia de un modo traumático, tras un matrimonio tormentoso lleno de violencia e infidelidades. Se casa por segunda vez con Michel Sommo con el que rehace su vida y tiene una hija.

Boaz, hijo de Iliana y Alec, al que éste nunca llego a reconoce.Una especie de “buen salvaje” con una tormentosa infancia y adolescencia, no exenta de algún episodio violento y cargado de resentimiento hacia sus padres.

Michel, un judío de origen argelino de clase humilde. Es el segundo marido de Iliana, un hombre de firmes convicciones religiosas, un teórico con aspiraciones políticas, un ortodoxo que menciona continuamente la Torá y que se cubre con un talit, no solo para rezar.

Mamfred Zakheim, abogado de Alec, al que conoce desde que fuese un niño, cuando llevaba los asuntos de su padre Volodia, es un tipo con no demasiados escrúpulos que media ente todos los personajes.

Con estos cinco mimbres, Amos Oz arma un cesto en el que cabe la condición humana. Las cartas  están plagadas de soledad, de miedos, de insultos y de violencia. Los personajes se nos muestran brutales y seguros de sí mismos unas veces, y otras desvalidos y dubitativos. Sus relaciones fluctúan de la sinceridad a la mentira, de la impostura a la autenticidad y  de la manipulación a la necesidad. Este es el trabajo que el autor propone al lector, desenmarañar esas relaciones y cómo evoluciona línea tras línea a través de esa correspondencia que él transforma en una novela.

 

Una cosa que me ha llamado profundamente la atención, de esta obra es el dominio de diferentes niveles de lenguaje que el autor demuestra, que abarcan el cultísimo modo de expresarse del erudito Alec, al casi analfabetismo de su hijo Boaz-curioso contraste-, pasando por la jerga leguleya de Zackheim, la claridad de Iliana, del relamido lenguaje beato de Michel a la dulzura del que emplea Rahel, la hermana de Iliana que vive en un kibutz. Supongo que esto en no poca medida, debe atribuirse a la magnífica traducción, en mi caso he usado la de Gracia Rodríguez en una edición de Grijalbo.

 

Cuando acabé el libro me asaltó una pregunta. ¿Qué sabemos de los israelíes actuales? Se me vinieron varias imágenes de telediarios y de series o películas. Unos tipos vestidos de negro con camisa blanca y tirabuzones, soldados armados hasta los dientes en “los territorios”, ancianos marrando el mayor de los horrores que haya padecido y perpetrado el ser ¿humano?, jugadores de baloncesto del Maccabi Tel Aviv y siniestros kidon del Mossad. Y me dije ¿por qué no molestarme en conocer la visión que tienen los israelíes de hoy de ellos mismos? Tal vez leyendo este libro de un israelí muy crítico con el Estado de Israel,   pero ante todo profundamente israelí.

Leedlo y quizá os descubra cosas nuevas sobre “ellos”. No olvidéis que Amos Oz fue uno de los líderes de Paz ahora, que propugna la convivencia entre árabes e israelíes.

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