Hay algunos libros que nos conmueven por su ternura o por su dureza, también los hay que nos atrapan pan por la historia que cuentan o por los personajes que aparecen en ellos. Pero hay muy pocos en los que la peripecia de lo escrito y la vida o la muerte de quien lo escribió, sean igual o más impactante que la propia obra que estamos leyendo. De uno de esos libros me gustaría hablaros en este post, se trata de: Suite francesa de Irène Némirovsky , una obra tristemente inacabada a causa de la brutalidad humana, su autora fue una de las innumerables personas que murieron en Auschwitz. Felizmente “Suite francesa”, vio la luz gracias a sesenta años de tenacidad, respeto y amor de unas hijas hacia una madre. Si la semana pasada os comente un libro que a mí me parece una joya, esta semana “simplemente” me referiré a…. una obra de ARTE, así, en mayúsculas.
Esta novela, o mejor dicho estas dos novelas, «Tempestad en junio» y «Dolce», son las dos únicas que la autora pudo escribir, de lo que debía ser un conjunto de cinco libros, que marcarían la ocupación de Francia por las tropas alemanas. Las otras tres partes deberían haber sido «Cautiverio», «Batalla» y «Paz». De estas únicamente nos han llegado unas pocas notas manuscritas, que se incluyen en la magnífica edición de Salamandra, ya que las autoridades francesas la detuvieron y como a millares de judíos franceses o residentes en Francia, fueron entregadas a los nazis, para ser deportados a los Campos de la Muerte.
«Tempestad en junio» nos narran la historia de alguno de los miles de parisinos que se vieron obligados a huir de la capital francesa, ante la inminente entrega, sin combatir, a las tropas invasoras. Se verán obligados a lanzarse a las carreteras, unos en coche y otros a pie o se afanan en conseguir un billete de tren que les aleje de allí. Algunos escaparan con sus joyas, sus bienes e incluso acompañados por el personal doméstico, otros con una mísera maleta atada con una cuerda. «Dolce», retrata la vida de un pueblo de la Francia ocupada en el que conviven los lugareños, alguno de esos refugiados parisinos y como no, los soldados alemanes.
Esta obra de Irène Némirovsky tiene cierta semejanza con su propia trayectoria vital, ella como alguno de sus personajes se vio obligada a escapar de París y refugiarse en un pequeño pueblo. Pero mucho cuidado, no caigamos en la tentación de creer que estamos ante otro «Diario de Ana Frank». Irène ya era una autora que había publicado varias obras con cierto éxitqo, no como la niña que finalmente moriría en Bergen-Belsen. Tampoco cuenta en primera persona su vida, ni tiene la carga y la inmediatez del drama de la jovencísima Ana, su narración tiene el valor del testigo directo, es casi periodística. Por contra «Suite francesa» es ficción pura, pese a estar situada en un contexto histórico real y conocido por todos.
Esta novela es un gran retablo histórico, en el que la autora nos va retratando a infinidad de personajes. A través de ellos, nos muestra cómo la guerra trastorna la vida y el mundo de cualquier persona que se vea involucrado en ella. Saldrán a relucir todo lo peor del ser humano, la codicia, los más bajos instintos, en definitiva los más sórdidos⁶ aspecos de la condición humana. Me ha gustado mucho la ausencia de maniqueísmo de este libro, no es de aquellos en los que todos los alemanes sean hienas sedientas de sangre y los franceses gentes adornadas por todo tipo de virtudes, ni mucho menos. Entre todos ellos habrá relaciones de amor, de odio, amistad sincera, pero también interesada. Veremos las rivalidades sociales o políticas que afectan tanto a los ocupados como a los ocupantes. En definitiva, en todas partes hay buenas y malas personas.
Otro aspecto que me ha llamado la atención, es que en toda la novela no se mencionan grandes hechos de armas, no aparecen los líderes políticos ni los generales. Solo leeremos sobre personas sencillas, gente corriente, ellas son quienes nos relatan sus vidas cotidianas, con sus grandezas y su miserias. Eso es, como nos cuentan las notas de la autora, publicadas como apéndice al final del libro, por que para ella, la causa de todos los males es querer subordinar al individuo a la colectividad. Cada uno somos únicos y no se nos puede integrar a la fuerza en un grupo, sea este el que sea.
Estamos ante una autora que ha sido comparada, por la crítica, con Tolstoi, Flaubert y otros grandes maestros. Y es que Némirovsky escribe como los ángeles. Con un estilo punzante e irónico, nadie está a salvo de su lacerante pluma, ya sea gentes acaudaladas, como ella misma era, o personas humildes, ni a los franceses o los alemanes, todos serán escrutados por su mirada de halcón. Estamos ante una prosa directa, ajena al sentimentalismo, precisa casi quirúrgica, en definitiva sencilla e impactante y hermosa.
Por último, recomendaros que si la leéis en la fantástica edición de Salamandra, que ha publicado en español la mayoría de la obra de Irène Némirovsky, no dejéis de leer el prólogo, en el que nos aporta algunos datos biográficos de la autora que nos ayudan a entender la novela. Y tampoco dejéis de leer los apéndices que nos acercan al concepto global de esta obra que nos ha llegado muy tarde e inconclusa. Pero en cualquier caso ¡MAGISTRAL!
P.S. Una curiosidad, en 2010 se estrenó la ópera «El baile”, con música de Oscar Strasnoy y libreto de Matthew Jocelyn, basada en este libro. También hay .película, aunque en mi opinión es simplemente correcta y un poco ñoña.
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