Esta semana he leído La casa del nazi de Xabier Quiroga. Un libro que se desarrolla a caballo entre la Galicia actual y la de nuestra guerra y posguerra civil. Pepe Reina es un taxista que, vaya a saber usted por qué, se ve envuelto en una investigación que le llevará a rastrear la presencia de antiguos criminales nazis en el “noroeste de la península Ibérica” (sic).
El libro tiene un principio potente: el Fiscal jefe de Galicia recibe en su despacho una documentación en la que sr le informa de la estancia de antiguos nazis en la Ribera Sacra en su huida hacia Suramérica.Y de varias muertes sin aclarar en esa misma zona. Con esta historia Xabier Quiroga trata de armar su novela.
Lo que en mi opinión le ocurr a la novela es que pincha con los personajes. Todos son planos desde el protagonista Reina, un tipo que sufre por la muerte de un amigo lo mismo que si se le derrama un café. Su “empleada” Lelia es como de cartón piedra, llora por que le regalan un kindel, pero no por la desaparición de su “jefe”. Hasta una especie de Fray Tuck que le sirve de guía a Reina en su investigación en el Monasterio de Samos, es banal. Por supuesto, los malos son de lo peorcito y los buenos son excepcionales, íntegros, inteligentes y no sé cuantas cosas más.
La historia se va diluyendo, porque va tocando muchos temas, pero no profundiza en ninguno. No profundiza en la ruta de escape de los criminales nazis. Tampoco entra a fondo en el expolió de arte de media Europa. Va picoteando en muchos temas pero no los exprime en ningún momento. Entiendo que es ficción y no historia.Como digo Tarantino cuando le criticaron que en “Malditos Bastardos” mataran a Hitler respondió al periodista que si quería ver historia viese el Canal Historia que él hacía películas de ficción. Nada que objetar, pero situar a Hitler destilando “Benedictine”, no sé yo…
Entiendo que los autores, igual que todo el mundo tienen sus ideas políticas y por supuesto tienen todo su derecho a exponerlas. Hay obras de arte con gran contenido político que van desde la Sinfonía Nº 7 “Leningrado” de Shostakóvich a hasta “Viento del Pueblo” de Miguel Hernández o de “El Triunfo de la voluntad” de Leni Riefenstahl al “Acorazado Potemkin” de Serguéi M Eizenshtéin, por citar cuatro del siglo XX. Pero en este libro la opinión política se administra con brocha gorda, sin sutileza, no se aporta ni un solo argumento en, solo la frase hecha t el slogan. En definitiva de garrafón.
La casa del nazi es una novela predecible y prescindible. Además son más de seiscientas páginas de las que sobran más de cuatro. Esta es mi opinión personal, pero entiendo que cada libro tiene sus lectores y obviamente, yo no era el de esta novela.
Sé el primero en comentar