Con esta frase tan terrible, tan seca, tan… de Gistau, resumía un amigo como se sentía cuando en diciembre se hizo público el gravísimo estado de salud de David Gistau. Hablamos bastante rato sobre un escritor que a los dos nos gusta. Al que ambos seguíamos desde que dio sus primeros pasos como columnista en el diario “La razón”. Ayer a última hora del día, se consumó esa putada: David Gistau fallecía a los 49 años.
En lo que también coincido con mi amigo, es que David, para los que rondamos la cincuentena, es decir para los de su quinta, es algo más que un periodista. Es una especie de “colega” que escribe en la prensa y habla en las emisoras de radio. Discuload, pero es que aún no me he acostumbrado a decir fue.
No creo que me equivoque si digo qué es el escritor de una generación: la suya, la mía… la nuestra. Las referencias en sus textos a AC-DC, los Simpson o los Soprano o a Loquillo, no dejan lugar a duda, este tío es “Uno de los nuestros”
Se ha ido el mejor de los columnistas de su edad. El que estaba destinado a “suceder” al Maestro Raúl del Pozo. Como éste hizo antes con Francisco Umbral. Porque de esta categoría estamos hablando, la de los más grandes columnistas de las últimas cuatro décadas en España. Con independencia de lo que nos pueda separar o unir ideológicamente de estas figuras hay algo que hace que nos sintamos cercanos a ellos: su autenticidad y su escritura, siempre meditada, de trazo corto y vista larga.
David nos deja infinidad de columnas en ”La Razón”, “ABC” y “El Mundo”. Además de horas y horas de tertulias en “Onda Cero”,»esRadio» y “COPE”.!Hasta a las “teles” le llevan! . También nos regaló varios libros. Unos sobre la actualidad política del momento, uno más en el que contaba su experiencia periodística y como no podía ser de otro modo, personal, en Afganistán. Además nos deja un par de novelas ambientadas en dos mundos que le apasionan: el fútbol “Ruido de fondo” (2008) y la otra, como no, sobre boxeo “Golpes bajos” (2017). Su último libro cumple apenas un año. Lleva un título que hoy parece una premonición macabra: “Gente que se fue”. No es mal bagaje para alguien que aún no ha cumplido los cincuenta.
Cada mañana desde hace bastante tiempo, a las siete y media de la mañana tenía mi cita diaria con él. En el programa de Carlos Herrera, hablaba mi ·”colega”, de política, de fútbol, de lo que tocase ese día. Pero Gistau no era, parece que me acostumbro a escribir en pasado, un todólogo, simplemente era un observador, un escrutador de la vida. Su opinión es –es ,era, aún no sé qué escribir- la de alguien que piensa y habla como muchos de nosotros, los de infantería. Un tipo que pisa calle. De obligado cumplimiento es leerle en “El Mundo”, sea en papel o en un dispositivo electrónico
Este tipo grandote, con un aspecto a medio camino entre un “Ángel del infierno” y un tercera línea escocés –de los de cuando se placaba-. En sus columnas es imbatible, mordaz, agudo, ameno, lenguaraz, brillante y por supuesto tierno. Una figura en ese regate cortó que es el artículo periodístico. Pero a Gistau cada vez se le quedan más pequeños, le faltaba papel, como a un buen extremo el espacio.
Así que se lanzó a la novela. Como la persona inteligente que es, se apoyó en lo que le gusta, de lo que sabe y domina como pocos. El boxeo, el fútbol, Madrid y el Real Madrid. Y lo hizo con un éxito comercial bastante moderado. Pero apuntando a que el periodista se estaba convirtiendo en “escritor”. En “Golpes bajos” sobre todo, plasma algunas páginas de gran calidad ,de esas que cuando las acabas quieres, necesitas, leerlas de nuevo.
Esta es la ronda que nos has dejado sin pagar David. Una novela maciza, larga, de madurez; de las que cuando pasa el tiempo se sigues comentando con tus amigos.
Desgraciadamente el árbitro ha contado hasta diez antes de lo que tu merecías y que nosotros esperábamos. Como decían en nuestros apreciados Soprano: Buonanima David.
Desde que Enrique Urquijo decidió asesinarse con heroína en un portal de la calle del Espíritu Santo de Madrid, no había tenido esta sensación de pérdida por alguien a quien nunca conocí. Lo dicho: una putada, una gran putada.
Día muy malo. Acabo de leer lo que has escrito y siento, como bien dices, que se ha ido uno de los nuestros.
Yo medio en broma, medio en serio siempre decía que por gustos, aficiones y manera de ver la vida era como mi hermano gemelo.
Pero no te preocupes Enrique que seguro que David, allá donde esté, sabe que gente como tú y yo haremos guardia por el Madrid urbano, castizo y canalla para mantener vivo su espíritu……..
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