Esta semana me gustaría hablar de un libro sobre un tema que está muy de actualidad con todo lo que estamos viendo con el tema del dichoso Coronavirus. Se trata de Ángeles custodios de Almudena de Arteaga, publicada en 2010. Una novela histórica que narra uno de los episodios menos conocidos y más importantes de la sanidad española: La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Esta expedición se hizo en 1803, en el reinado de Carlos IV, que además de meternos en todo tipo de problemas políticos, organizó la primera campaña de vacunación masiva de la historia.
La novela arranca cuando el médico Francisco Javier Balmis es designado por el Rey Carlos IV para vacunar de viruela a los habitantes de las posesiones españolas de ultramar. Balmis pondrá en marcha esta empresa sin precedentes y contará con la inestimable ayuda de Isabel Cendal, una joven viuda que dirige un orfanato en La Coruña. Junto a ellos se embarcarán otro médico: José Salvami, además de los verdaderos héroes de esta historia: 22 niños huérfanos, de entre tres y nueve años que serán los encargados de transportar la vacuna en sus propios cuerpos.
Esta es obra interesante porque trata muy diversos temas. Por ello puede atraer a varios tipos de lectores. A los aficionados a la novela histórica les gustará ya que narra los avatares de la expedición real. A los que les interesen los libros de viajes también, muestra como era una travesía atlántica en el siglo XIX y la dificultad para cubrir las enormes distancias de América. Aquellos lectores que sean profesionales sanitarios disfrutarán y podrán apreciar cómo era la tarea de sus «ancestros». Los interesados en la historia de España valoraran la descripción de la vida y la política en la España americana. Incluso los seguidores de las novelas románticas también tienen aquí una compleja trama de amor.
Pero esa transversalidad, como se dice ahora, es a un tiempo algo positivo y desfavorable, me explico. Al tocar muchos «géneros», no llega a profundizar en ninguno de ellos de una manera exhaustiva. En mi opinión la relación entre Isabel y uno de los médicos está a punto de convertirla en un melodrama un tanto ñoño, pero los hechos históricos y la propia autora consiguen enderezar rumbo y llevar la narración a buen puerto. Vale, lo reconozco, no soy muy de novela romántica.
Los personajes principales son cuatro, Isabel Cendal, los doctores Francisco Javier Balmis y José Salvani, todos ellos personajes reales. Completa el cuarteto el pequeño Benito, que será quien represente a los también reales «ángeles custodios» de la vacuna. En líneas generales todos los personajes están muy bien perfilados. La autora pone especial esmero en Isabel, que pese a ser una mujer aún joven sabe lo que es el dolor de perder a su hijo y a su marido por causa de la viruela, es una mujer entregada a una causa: «sus» huérfanos y que se debate entre obedecer a su corazón y los convencionalismos de la época, antes de iniciar su relación con uno de los doctores. Balmis es un tipo bastante obsesivo, alguien con una tarea que cumplir, que antepondrá a casi cualquier cosa, no me gusta ese toque de mezquindad que de vez en cuando muestra. Por contra Salvani es un hombre más echado palante, incluso irreflexivo en algunos momentos, es el más “terrenal” de los tres, pero no por ello está menos involucrado que sus compañeros. Por último Benito, que quien aporta la inocencia, la ternura de los niños, pero también a través de él, la escritora nos muestra un mundo muy duro, el de esos niños hospicianos abandonados por la vida nada más llegar a ella y condenados a una muerte prematura. El pequeño es el encargado de dar fuerzas a Isabel para seguir adelante en un mundo que como al crío, también la ha golpeado con saña.
«Ángeles Custodios» es un libro ameno y que está escrito en primera persona, como la mayoría de las novelas históricas, su narrador es uno de los personajes y no podía ser de otro que Isabel Cendal. La autora utiliza un lenguaje muy sencillo, si fuese una película sería para todos los públicos. Quizá por eso, el relato tiene un tono «amable», no pasa por alto situaciones dramáticas o duras, pero tampoco se recrea con ellas. Tal vez a los lectores muy entendidos en inmunología, en los viajes en navíos de vela o algún otro asunto, la obra puede resultarles algo «superficial». Para la mayoría les mostrará unos personajes y una aventura reales y no demasiado conocidos. Además de un buena trama de ficción. En definitiva es entretenido, divulgativo y pasan muchas cosas, así que yo creo que merece la pena darle una oportunidad.
Para terminar me gustaría hacer una pequeña reflexión. Si hoy nos merecen todo el respeto y admiración la labor humanitaria que lleva a cabo un montón de profesionales sanitarios anónimos que trabajan en zonas de guerra, que se trasladan a lugares en los que hay catástrofes naturales o trabajan en países del llamado tercer mundo. Estos héroes de batas o pijamas blancos del S.XXI, son dignos herederos de esa primera misión humanitaria de hace más de doscientos años, los personajes de nuestra novela.
P.S. una pequeña puntualización: si investigáis sobre Isabel Cendal, nos encontraremos con diversas grafías de su apellido e incluso con otro orden de estos, tranquilos que es la misma persona.
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