Pulsa «Intro» para saltar al contenido

Sobre estímulos y repulsas.

Hoy me gustaría que habláramos de una de esas  películas de las que todos hemos visto y de la alguna vez hemos comentado con los  amigos, pero también de la novela que hay tras ella: La naranja mecánica -Anthony Burgess- .la obra literaria se  publicó  en 1962 y la versión cinematográfica de Stanley Kubrick es del año 71. No creo equivocarme mucho si digo que la mayoría de las personas primero nos acercamos a la película y después al libro.

 

Como el argumento lo conocemos casi todos solo daré un par de pinceladas, por no decir brochazos. Tanto el libro como la “peli” –al que es muy fiel – nos cuentan la vida de Alex un adolescente (en la película es algo mayor). Este chico pasará por tres etapas. Una en la que se dedica a cometer todo tipo de atrocidades, des de robos a violaciones hasta que como no podía ser de otra forma asesina. La seguida es su encarcelamiento y reeducación (palabra y concepto que personalmente me producen escalofríos). L última es su readaptación (otra que tal baila) a la sociedad. El propio Alex nos cuenta en primera persona su historia.

 

Antes de “pasar revista” a las tres parte y a la controvertida elusión del capítulo veintiuno,  unas breves notas sobre el ambiente de “La naranja mecánica”. En el libro se emplean continuamente palabras de la jerga “nadsat”, un mezcla de palabras de idiomas eslavos, casi todos derivadas del ruso, que en mí opinión a veces entorpecen la lectura, de lo que aporta. Pese a que hay un glosario al final, se hace una poca cuesta arriba  acudir  a él –os recomiendo imprimirlo de cualquiera de los que abundan en internet, en cualquier caso una pesadez. Nuestro “humilde narrador” vive en una Inglaterra  difícil de ubicar en el tiempo, pero que atisba los problemas que la azotarán en los años 60 y 70, el desempleo juvenil, la destrucción de la  vieja sociedad imperial que acabó con la Segunda Guerra Mundial y la ira de una juventud sin ambiciones ni futuro que desembocaría en la violencia física y estética del punk de finales de los 70. En mi opinión Alex es un proto Sid Vicious.

 

En la primera parte tanto Burgess como Kubrick nos enseñan quién es Ales y su amigos / drugos. Chicos de clase trabajadora urbana sin ningún tipo de estimulo social o familiar que hacen de la violencia si forma de vida, adolescentes absolutamente amorales que viven en el aquí y el ahora. En una especie de hedonismo psicotrópico e hipersexuado destructivo tanto para ellos como para cualquiera que se cruza con ellos.

 

Después de matar Alex pasará por el sistema penitenciario británico, tan brutal e lo físico como lo que hay en las calles y que le llevarán al límite, tanto como para que después de dos años de prisión, de una condena de catorce, pida ingresar en el “Sistema Ludovico”, una especie corregida u aumentada de los experimentos de reflejos condicionados de Iván P. Paulov, con la peculiaridad de que en lugar de perros utiliza seres humanos.

 

Alex, después de quince días de someterse a todo tipo de experimentos y de “videar” todo tipo de atrocidades bajo los efectos de los fármacos y tras ser expuesto como un mono de feria ante todo tipo de políticos, médicos y prensa. Soporta todo tipo de agresiones físicas y provocaciones sexuales sin acudir a su antes admirada “ultra violencia”. Con lo vual se le considera una persona digna de poder incorporarse de nuevo a la sociedad pues ya está curado.

En su retorno a la normal nuestro “druguito” será expulsado de su casa, atacado por sus antiguos compañeros que ahora son policías, linchado por algunas de sus víctimas y manipulado con fine políticos por gente a la que había atacado salvajemente… Conclusión: NO HAY SALIDA.

 

O… igual si.  El libro tiene tres partes de siete capítulos cada uno, pero en la mayoría de las ediciones no aparece el famoso capitulo veintiuno –en la peli tampoco-. Sobre esta elusión se han escrito ríos de tinta, Burgess y Kubrick se tiraron todo tipo de puyazos durante años, se escribió de todo y se dieron todo tipo de explicaciones. A algunos se le fue la “golová”, que diría Alex, explicando que la obra con capitulo veintiuno era pro Kennedy y sin el pro Nixon. Hay gente ´pa ´to.

 

¿Pero qué pasa en el capítulo 21 de marras? Aquí Burgess hace que su personaje ejerza el libre albedrío. De manera que sin necesidad de medicación, consejos o audiciones de la 9ª Sinfonía del “starrio” Ludwig Van, decide tras ver casualmente a su antiguo compinche Pete, que ha llegado el momento de madurar, de auto redimirse. En uno de esos golpes de la  vida Burgess para poder publicar en USA su novela y a petición de su editor norteamericano –y previo pago-, permitió que se mutilara su obra.

 

Elegir es decidir y no siempre tiene por qué significar acertar.

 

P.D. La banda sonora de la película es “simplemente” ESPECTCULAR .

2 comentarios

  1. Pedro Robledano Pedro Robledano 23 septiembre, 2018

    Muy acertado Quique. La película me fascinó y la puesta en escena es maravillosa. Hubo un tiempo en que me pareció desfasada,demode pero hace poco la volví a » videar» y me reconcilie con Kubrick, su ritmo y su camara

  2. Enrique Eamos Enrique Eamos 23 septiembre, 2018

    GRACIAS Pete, sabía que te iba a interesar. Loa años no pasan en vano y como dijo el clásico: «la juventud es una enfermedad que se cura con los años».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *