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Un «renacentista» del S. XVIII.

Esta semana me gustaría compartir con todos vosotros mis impresiones sobre: «El espía del Rey». Escrita por el muy prolífico José Calvo Poyato. Una curiosidad, es hermano de la Vicepresidenta de Gobierno, este dato no aporta nada, pero, no me he podido resistir a darlo, ya sé que es casi un cotilleo de revista del colorín, pero me apetecía contarlo. La novela se publico en 2018 y como tiene buena pinta me decidí a leerla

El autor nos cuenta las dificultades y peligros que debe afrontar un polifacético personaje el Capitán de navio de la Armada Española: Jorge Juan y Santacilia. Con él pasearemos por el Madrid cortesano del reinado de Fernando VI, una ciudad plagada de conspiraciones, ya se tramen en los salones de los palacios, o en tabernas plagadas por matasietes y tahúres… También visitaremos un pujante Cádiz y como no, acompañaremos al protagonista por las calles de Londres, una ciudad siempre hostil a un marino español en aquella época plagada de guerras y combates navales entre los dos países. Allí pondrá su vida en peligro para servir a su Rey y a su Patria.

Como es usual en las novelas históricas, se entremezclan personajes y hechos reales, con otros que son fruto de la imaginación de quien escribe. Este, curiosamente, es el principal problema de «El espía del Rey». Me explico, la figura de Jorge Juan y sus impresionantes méritos, de todo tipo, hacen que los hechos y  personajes de ficción, apenas tengan relevancia. En mi opinión, la historia de amor y la conspiración en Madrid, se resuelven de un modo muy simple. Ni la una ni la otra consigue crear, ni un auténtico ambiente romántico, ni muchísimo menos la tensión de una historia de espías, todo es demasiado evidente, carente de sutileza.

Algo similar les ocurre con los personajes creados por el autor, la mayoría muy planos. Desde la prometida del marino a la señora O’ Brian, por citar dos femeninos y desde el clérigo Noriega al constructor de barcos gruñón. Pasan la mayoría del tiempo deambulando por el libro, hasta que el autor les da una salida, que en los más de los casos, es bastante obvia y la más fácil.

Lo que sí me ha gustado bastante, es la recreación den de ambientes. Es muy amena y variada. José Calvo nos, llevará a visitar recepciones, audiencias Reales, muelles y astilleros. No hará viajar en barcos y coches de pistas. Todas estas circunstancias serán magníficamente empleadas por el autor, para describiremos como era la vida a mediados del XVIII. También aprovecha para darnos unos breves apuntes históricos. En algunos pasajes, me ha recordado al estilo  Juan Eslava Galán. Aunque a mí me gusta más la prosa del jienense que el de Calvo, pero, para gustos están los colores. Eslava me parece más un divulgador que un docente, por el contrario, el egabrense, tiene la virtud de los buenos profesores de bachillerato. Que es la de mostrarnos varios caminos de un modo atractivo, por los que poder transitar, si somos uno alumnos diligentes e inquietos.

Vivimos en un tiempo, en los que resulta materialmente imposible no escuchar o leer la expresión de moda: memoria histórica, cada cuarto de hora. Pero, tranquilos no os voy a soltar el discursito de rigor, que cada uno tenemos sobre el tema de marras. Lo que sí que yo me hago, una pregunta, ¿qué sabemos del «tal» Jorge Juan? Para empezar creo que muchos pensábamos que era un nombre compuesto, pues no. Los que vivimos en Madrid pensamos que es una calle llena de restaurantes caros. Algunos en Alicante saben que es paisano suyo, otros quizá más avisado, saben que fue un marino español, otros cuantos que fue un científico. Los más viejos de la tribu se acuerdan del tipo con peluca que salía en los billetes de diez mil “pelas” o que algo tenía que ver con el meridiano. Aunque todos sabemos que la tierra es achatada por los polos, pues bien este señor fue el que se encargo de demostrarlo de un modo empírico. ¿Qué nos induce a recordar lo peor de nuestra historia y olvidarnos de lo positivo? ¿Acaso sentimos un especial regocijo en exaltar nuestro lado mas oscuro que los positivo? ¿Por qué nos acordamos cada día de toda suerte de matarifes, de uniforme o no, de una tendencia o de la otra, y nos olvidamos de los Jorge Juan, Francisco Javier Balmis, Gómez Ulla,  Ramón y Cajal o José Celestino Mutis? Todos ellos gente de ciencia y no pocos vistieron uniforme. En fin…

“El espía del Rey”, un libro facilito, de muy cómoda lectura y que a los lectores medios nos abre muchos caminos a más lecturas. Ya sean sobre marinos, científicos, espías de…. A mí eso me gusta u me parece un motivo más que justificado para leer un libro.

Un comentario

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