Después de una semana de asueto, en la que no os he dado la paliza, vuelvo para atormentaros un poco y de paso comentaros un libro. Antes de empezar os recomiendo la obra que iba a reseñar la semana pasada y que finalmente no compartí con vosotros porque el post se convirtió en una reflexión demasiado personal y está mejor guardado que expuesta en público. Se trata de una reflexión sobre la pérdida, de cómo cambia nuestra percepción sobre los que nos rodean y sobre Dios, al perder a una persona amada. Su título: Una pena en observación, su autor C.S. Lewis. Impresionante. Creo, que me estoy yendo por las ramas, así que vamos con la novela de esta semana, Golpes Bajos de mi añorado David Gistau.
Alfredo es un tipo de barrio, una autentica institución en el Lucero, me dice uno del allí que se dice así, sin el articulo. Después de una azarosa carrera como boxeador profesional, ahora regenta un gimnasio en su barrio con la doble esperanza de sacar a los chicos de la calle y encontrar un campeón. Ahora parece que Damián pueda serlo. Pero la vida nunca fue un camino de rosas para los tipos como Alfredo y en esta ocasión tampoco lo será. Se verá envuelto en toda clase de ambientes y por todo tipo de gente, desde gánsteres a nobles, desde el mundo rosa a la noche más “chuga”, del bar de Gema a recepciones en la embajada de Francia. ¿Conseguirá Alfredo ser fiel a sí mismo?
Antes de entrar en materia me gustaría dejar claro algunas cosas. Soy de Madrid, muy de Madrid, de esos pocos madrileños que lo son desde hace cuatro generaciones y me gusta mi ciudad con sus luces y sus sombras. Soy y seré un hincha, por usar una palabra muy suya de Gistau, por tanto absolutamente parcial. Y por último, no me gusta el boxeo, no sé si por desconocerlo o por otros motivos. Pues bien estos son los ejes que vertebran “Golpes bajos”. Una ciudad llena de contrastes en la que conviven el barro de Salamanca con el Lucero, el Metro con los Porsche Cayenne y el bar hotel Wellington con los baretos de menú. Un escritor que plasma en su narración la añoranza de lo no vivido, que dijo Umbral, retrata la ciudad, los personajes, los lugares y el boxeo como si fueran de los años cincuenta, cuando aún no había nacido. Por último el boxeo, algo que para el autor es como aquellas órdenes militares de la Edad Media formada por unos tipos a medio camino entre el monje y el guerrero, para Gistau todo lo malo que le curre a los boxeadores y al boxeo siempre es causado por algo o alguien ajeno a ese mundo ideal e idealizado por el autor.
El gran personaje de la obra es Alfredo, un tipo, que como me gusta decir, es “del plan antiguo”. Un hombre que ha intentado siempre ir por el camino recto. Pero al que su mundo y la vida han tratado de desviar y del que él no se ha apartado. Cuando en su vida aparezca Magda López, otro de los personajes centrales, una antigua diva de la televisión, pasada de kilos y de rayas, ante Alfredo se abrirá un mundo desconocido, el del colorín, con sus montajes, su dinero fácil y sus mentiras. Ambos conocerán un Madrid que les parecerá muy lejano, el del otro lado de la M-30. La de Serrano irá a Hilario Sangrador y el del Lucero paseará por Salamanca, dos caras de la misma moneda. Como lo son sus mundos el más glamuroso y mundanal frente al más humilde y hermético.
En cuanto a los personajes secundarios, los hay de toda laya y condición. Desde señoritos hasta gánsteres, pasando por sicarios y aduladores serviles. Esta variedad de tipos, o mejor dicho de estereotipos, permite al autor incluir infinidad de modos de hablar llenos de giros, en especial argentinismos que dan a los diálogos una enorme sensación de realidad y un ritmo muy fluido. De entre ellos s me han llamado la atención Rubén “el piñata” un capo del narcotráfico que pese a estar en lo más alto del escalafón nunca dejará de ser un villero bonaerense, “el buñuelos” un aspirante a Don Fanucci del barrio del Lucero, esperpéntico, entrañable y brutal a un tiempo. También me han parecido esplendidos Viguerza y la madre de Damián quienes reflejan la dignidad y la firmeza de los desheredados, dos personas con principios. Todo un lujo en estos tiempos en los que lo verdadero queda fuera del main stream y toda su insustancial parentela.
Golpes bajos, es un novela para todos los públicos. Al que no le guste el boxeo encontrara una novela negra. Al que no le vaya el thriller encontrará una novela del cuore. Un libro costumbrista y cosmopolita, castiza, seca, ágil. Tan actual como intemporal., en color y en blanco y negro. Neoyorkino y madrileño.
¿Es más reprochable quitarse el hambre a golpes o darse golpes para quitarse el hambre?
P.S. Como siempre muestro mi más profundo desprecio a nuestros “amados” políticos, hoy quiero agradecerles una cosa. Desde hace unos días, Madrid tiene una biblioteca pública llamada DAVID GISTAU. Gracias a toda la corporación municipal por rendir el mayo honor que se le puede otorgar a un escritor y encima en su “barrio”.
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