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Una personalidad poliédrica.

Hola a todos, como cada año y sin que apenas nos demos cuenta se nos ha marchado el verano y volvemos a la rutina más o menos habitual. Siempre pensé que el año debería empezar el quince de septiembre en lugar del uno de enero y es que en el final del verano se producen más cambios que a finales de diciembre, pero bueno esto supongo que no interesará a nadie, así que hablemos de un libro. Esta semana lo haremos sobre A prueba de fuego de Javier Moro que publicó Planeta en 2020.

En 1881 Nueva York, no era esa ciudad que es hoy, que a unos espanta y a otros encanta. A finales del S. XIX, ya estaba decidida a ser la “capital del mundo”. Entre todos los que contribuyeron a ello había muchos norteamericanos, infinidad de inmigrantes y hasta un puñadito de españoles. Rafael Guastavino, un valenciano Maestro de obras, que es como en aquellos lejanos tiempos se llamaba a los arquitectos, es uno de ellos. La novela nos narra su vida, llena de altibajos. En ella pasará de la pobreza a la riqueza para después caer en la ruina, de tratar a los Vanderbilt a buscar morralla en los puestos de pescado de los muelles para poder comer. Si la trayectoria profesional de Guastavino es sorprendente, la personal aún lo es más.

Lo primero que hay que hay que agradecer al autor es que presente al gran público, que no tiene ni idea de arquitectura, sin ir más lejos yo mismo, un personaje tan influyente en su profesión. Participó  en la construcción de algunas de las obras arquitectónicas de Nueva York, de esas que los turistas visitamos: el Puente de Queensboro, el Oyster Bar de Grand Central, la Catedral de San Juan el Divino o la estación de metro de City Hall… Así que no os extrañéis si buscamos en Google Guastavino, lo que nos aparecen multitud de webs que hacen referencia al «Arquitecto de Nueva York». Poco conocido, sí; importante también. Sinceramente no tenía ni idea de este personaje. Solo por eso merece la pena acercarse a  A prueba de fuego.

Este libro es una biografía novelada narrada por “Rafaelito” Guastavino, el menor de los hijos del protagonista. Quien con el tiempo sería tan reconocido profesionalmente como su padre y adoptaría el muy norteamericano Jr, aparcando el diminutivo castellano. Este detalle aunque parezca una nimiedad es importante en el desarrollo emocional en la vida de quien nos cuenta la historia. Porque el joven Rafael, hijo, no solo nos cuenta las peripecias de la vida de su padre. Si no que nos narra la suya propia, la de sus “madres”, la de sus medio hermanos, las de las mujeres de su padre.

Pero sobre todas las cosas, yo diría que esta es una novela de amores. El de un hombre a su pasión, el de un hijo a su padre y viceversa, el de una mujer a su hombre, el amor sacrificado de una madre… La vida no es fácil, sobre todo para quien se empeña en vivir en el filo de la navaja y este es, sin duda, un claro ejemplo. Como decía una profesora de la serie de los ochenta: “la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar”. Esta frase parece inspirada en la vida de Guastavino Sr. Porque este visionario de la arquitectura triunfó profesionalmente en ambas orillas del Atlántico, pero muchos pagarán por ello. Condenará a sus hijos al desarraigo, traicionara a las mujeres de su vida –que no son pocas-, estafará a sus clientes…Y a pesar de los pesares, que dirían nuestras abuelas, no es un mal tipo. Jamás se olvidó de sus hijos, de sus mujeres o de sus acreedores.

De los muchos personajes que pueblan el libro me han gustado mucho dos. Guastavino Jr que convive con la genialidad, el disparate y el amor que no se sabe expresar. La figura de Francisca Ramírez, la segunda esposa, me ha impresionado. Una mexicana  muy echada para adelante, que a base de carácter y amor trata de encarrilar a ese genio de las cúpulas que es un funambulesca de su propia vida.

De nuevo Javier Moro recupera un personaje con una vida fantástica, ya lo hizo en Pasión India con Anita Delgado Además lo hace como es su costumbre con una escritura fácil, amena y que nos  traslada al escenario y a la época en que ocurren la acción. Salvo en algunos momentos que el lector profano en arquitectura, se puede despistar un poco, con términos técnicos la novela es muy entretenidísima. Puro divertimento sin pretensiones, pero con calidad. En resumen, muy recomendable.

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