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¿Y antes de Mujercitas, qué?

Esta semana dado que se habla mucho de la enésima versión cinematográfica, que yo recuerde al menos la cuarta, del clásico “Mujercitas” escrito por Lousa May Alcott en  1868. Pero no os voy a hablar de ella, que quien más y quien menos a leído, aunque yo sospecho que la mayoría lo que hemos visto es alguna de las películas, seamos sinceros. Así que me puse a investigar sobro otras obras de la escritora norteamericana y me topé con Un cuento de enfermera. Una novela corta, de unas doscientas cincuenta páginas que la autora publico tres años antes que su famoso libro.

Cuando la joven Kate Snow es contratada como enfermera por la adinerada y estigmatizada por la desgracia familiar de los Carruth, para cuidar a Elinor, que padece una grave enfermedad. La muchacha, no imaginaba como iba a cambiar su vida. Se verá inmersa en una casa marcada por la omnipresencia de Robert Steele, un “amigo” de la familia. Kate vivirá en un ambiente que esconde misterios, secretos y engaños en los que se verá atrapada y en los que se involucrará de hasta conseguir resolverlos.

La protagonista principal es Kate. Una enfermera con experiencia en el cuidado de pacientes con enfermedades psiquiátricas que posee una enorme cualificación profesional, pero que también tiene una calidad humana excepcional, es tierna, sencilla trabajadora y fiel a su paciente y a la familia de esta, en definitiva una buena persona, aunque menos ingenua de lo que aparenta. Su némesis es Steele un apuesto y enigmático hombre entorno a la treintena, que tiene un punto de despotismo y de hermetismo, que en cierto modo la atrae a Kate y también la intriga.

Junto a ellos comparten la obra los Carruth en, especial los hijos varones y la madre. El padre es una especie de presencia que lo impregna todo pero que a aparece relativamente poco. La mayor de las hijas es un personaje bastante “plano” aunque sirve a la autora para ir engarzando la trama. Harry, es el hermano “calavera”, quien en mi opinión,  da un vuelco a su manera de afrontar la vida demasiado abrupta. El hermano sacerdote es otro personaje gris, casi no contribuye en nada, excepto cierta serenidad. La madre, una mujer a medio camino entre la manipulación y la vergüenza por la “maldición familiar”. Por último Elinor aquejada por esa “maldición” y un drama personal que marcarán la vida de todos los demás personajes.

La obra, cono no podía ser de otra manera, está muy bien escrita y me aventuraría a decir que la traducción esta a la altura del original. El papel de Kate como protagonista y narradora hace que el lector se involucre en esta novela, que está a camino entre la novela de misterio e incluso podríamos decir que es en ciertos momentos negra, aunque eso es mucho decir. Pero es también a su modo una historia gótica que recuerda en algunas páginas a otras autoras como Jane Austin o las hermanas Bromé. Pese a su indudable calidad es bastante obvio que estamos ante una obra menor de esta novelista. A mí me ha descubierto a un personaje fascinante, que es la propia Louise. Una mujer  polifacética y francamente adelantada a su tiempo y a la que merece la pena acercarse a su vida al margen de la literatura.

El único “problema” que para mí presenta la lectura de “Un cuento de enfermera”, es que como ocurre con algunas novelas o películas clásicas, ha envejecido un poco y se la nota. El ritmo es a veces algo lento y puede hacerse un tanto tedioso, tampoco nos vamos a poner exquisitos, que la novela tiene más de ciento cincuenta años y se lee perfectamente. Hay que tener en cuenta que juzgar con los ojos y los gustos de hoy algo que se escribió hace tanto tiempo no es del todo correcto ni justo. Es s un libro para leerlo como el que se acerca a un Museo, con ganas y con curiosidad.

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