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Zapatero a tus zapatos.

Hola  estamos en la última semana completa de Agosto, o sea que esto del verano se empieza a terminar. Lo del calor es otra cosa… El libro de ésta semana es el debut en la ficción de Pilar Margord,  una psicóloga clínica con amplia experiencia y varias publicaciones sobre esta materia. Su título: El corazón de la araña.

Y… ¿Si hubiera una persona que moviera los hilos de una tela de araña para tejer un mundo a su medida, de una manera sutil y perfectamente estudiada?
Una trama inquietante, en la que se verán envueltas personas con una vida sencilla y ajena a cualquier otra realidad que no sea sus propias circunstancias.
Una vez atrapadas, ya nada volverá a ser igual para ellas”.

Como habréis visto, he copiado textualmente la nota de contracubierta del libro, en lugar de la sinopsis propia de costumbre. Esto no lo he hecho con ningún post y ya llevamos unos cuantos. El motivo: la lectura de este libro, que me ha hecho pensar. Pero no en lo que en él se nos cuenta, si no en la necesidad que algunas personas tienen / tenemos de hacerlo y todo lo que esto implica.

Seguramente haya tantos motivos para escribir como personas que lo hacen. Habrá quien lo haga para comunicarse, por puro entreteniendo, por compartir experiencias o sueños. Los habrá que escriban compulsivamente; otros para transmitir sus pensamientos o conocimientos… Finalmente hay quienes lo hacen por afición y otros que con la escritura consiguen o al menos pretenden obtener unos ingresos. Ahí está el problema: en el vil metal que decían los clásicos.

Lo de ser padre, hijo, hermano, pareja e incluso amigo tiene sus cosas buenas y de las otras. Entre las segundas yo destacaría: los partidos escolares, los recitales de ballet… Y por supuesto leer algo “perpetrado” por personas cercanas, aprovecho por si alguien en su infinita paciencia sigue el blog le doy las gracias. Estas cosas a veces las hacemos de buen grado y otras medio a fuerza. Unas meraran una opinión condescendiente y otras algo más crítica. Esto como canta Luz Casal forma parte de «las pequeñas cosas que nos da la vida». Seamos sinceros, las hacemos por amor o al menos con cariño. Pero ¿Qué ocurre si vamos a ver un partido de Primera División?, ¿Asistimos a una representación de ballet en un Teatro? O ¿Simplemente cuando compramos un libro en una librería? No sé en vuestro caso, pero en el mío lo del cariño queda como mínimo en segundo plano. Por algo muy sencillo he comprado algo y hay una persona que por realizar una actividad, lógicamente, cobra. Es obvio que no puedo exigir que mi equipo gane, que la coreografía sea excepcional o que el libro me guste. Pero sí que es justo pedir que cada uno de los tres casos se haga con seriedad.

Lamentablemente no ha sido eso lo que me ha sobrado al leer El corazón de la araña. Nada más terminarlo me vino a la cabeza el nombre de una escritora: Enid Blyton. La trama de intriga es digna de El Club de Los Siete Secretos y la profundidad de los personajes, perro incluido, no desmerece a Los Cinco. El único problema es que hace más de cuarenta años que no leo esos libros que tanto me entretenían de chaval. Los “malos” son de lo peorcito: una especie de SPECTRA disfrazada de ONG de las guay, de esas que tienen oficinas con decoración minimalista y utilizan tecnología punta; aunque me temo que está dirigida por una versión poco espabilada de Blofeld – mucho gadget y mucha historia y se les cuelan continuamente unos amiguetes con micrófonos, cámaras y lo que haga falta-, ¡como Ian Fleming, vamos! Termino con un detalle que me sorprendió durante la lectura, pero que me dejó helado al llegar a los agradecimientos al final de la obra. En ellos la autora da las gracias a varias personas, en particular a un “consagrado literato”, yo no citaré su nombre, “que de manera anónima se leyó el libro, lo criticó y corrigió todas las erratas”. Tras esto se me presento un dilema: ¿o este buen señor no se ha leído el libro o los de la imprenta van por libre? Si en la página 312 Reyes, la hermana de una de las protagonistas es madre de dos hijos y sufre una grave enfermedad cardiaca y este mismo personaje en la página 366 tiene una terrible afección hepática y de paso un hijo más. ¿Sabe de qué están hablándonos?

Lo dicho, cuando cobramos por algo, lo mínimo a lo que estamos obligados a dar es seriedad. Insisto una cosa es escribir naderías como esta en el blog   de un tipo que se aburre y a duras penas redacta de un modo inteligible. Y otra  bien distinta es que tus libros se vendan en las mismas librerías y reposen en las mismas estanterías que los de los grandes maestros de la literatura. Esa,  en mi opinión es o debería ser la diferencia entre amateur –que viene de amor- y un profesional que no deriva de amor precisamente.

¡¡¡ SEÑOR PUTIN HOY SE CUMPLEN SEIS MESES DE SU INVASION!!! .¡¡¡ DETENGALA!!!

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